Tegucigalpa, Honduras.- Ante la contundente derrota sufrida el 30 de noviembre reciente, el partido Libertad y Refundación (Libre) se convierte en el primer partido de la izquierda latinoamericana que pierde el poder tras alcanzarlo por primera vez.
En América Latina, gobiernos de izquierda en México, Bolivia, Argentina y Ecuador repitieron continuamente mediante la vía de las elecciones, otros lo han hecho en comicios fraudulentos como Venezuela. También están aquellos que se han encarnado en el poder a la brava como Cuba y Nicaragua, sin embargo en Honduras no pudo mantenerse en el poder de forma consecutiva.
De acuerdo con la socióloga y exrectora universitaria Julieta Castellanos, Libre estaba derrotado desde antes de las elecciones, “por lo tanto, imagino que los que estaban conscientes de esta situación debieron tener un plan para cuando pasen a la oposición”.
"He escuchado opiniones de exfuncionarios electorales que todavía no entienden cómo un partido que ganó en noviembre de 2021 con 1.7 millones de votos no haya podido retener ni la mitad de su caudal. Ha sido una derrota catastrófica que debilitó su peso político", agregó.
Castellanos es del criterio que “el bipartidismo se dio el lujo de ir por separado y doblar en votos al partido Libertad y Refundación. Creo que los analistas de Libre, sus intelectuales orgánicos tendrán que hacer sus valoraciones de qué fue lo que les provocó es esta derrota tan humillante”.
A su criterio, en los próximos cuatro años Libre probablemente tendrá el mismo discurso relacionado con la narcodictadura y el fraude, incluyendo, a su vez, los mensajes del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Sin embargo, a juicio de Castellanos, las publicaciones del mandatario estadounidense restaron apoyo al Partido Liberal.
Es que “sorprendía ver ese triunfalismo de Libre cuando ellos sabían que su candidata no estaba por encima de 20% en la preferencia electoral”, dijo Castellanos, quien en los dos últimos años ha venido señalando los desaciertos de Libertad y Refundación, por los cuales recibió agrios ataques a través de las redes sociales.
La caída
En noviembre de 2021, el izquierdista partido Libre en alianza con Salvador Nasralla, ahora opositor y candidato presidencial por el Partido Liberal, ganó las elecciones presidenciales para gobernar Honduras en el periodo del 27 de enero de 2022 a la misma fecha de 2026.
Pero su conflictiva gestión, su fraccionamiento interno, las denuncias de corrupción de algunos de sus funcionarios, el nepotismo, y los constantes ataques a opositores, empresarios, trabajadores, diplomáticos, iglesias, periodistas y medios de comunicación le generaron un repudio que terminó manifestándose en un voto de castigo, obteniendo nada más un 20 por ciento de aceptación en las urnas.
El 2025 no ha sido un gran año para la izquierda latinoamericana, ya que terminó perdiendo dos plazas. En agosto, en Bolivia, el partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) sufrió una vapuleada al quedar en sexto lugar con el 3.14% de los votos, o sea, casi al borde del desaparecimiento.
El otro revés lo recibió Libre, que llegó al poder en 2021 con un total de 1.7 millones de votos, pero cuatro años después apenas superaba los 600 mil votos, según el deficiente conteo parcial del sistema de Transmisión de Resultados Electorales (TREP) contratado por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
No obstante, el año podría terminar peor para la izquierda de la región, ya que, ante el asedio de Estados Unidos, el chavismo venezolano, liderado por Nicolás Maduro, que se aferró al poder el 28 de julio de 2024 a través de un proceso electoral fraudulento, tendría sus horas contadas.
Esto sería lo peor para los movimientos de corte izquierdista ya que el chavismo en los últimos años se ha convertido en su principal fuente de dinero, por lo que el liderazgo de estos grupos ahora tendrá que buscar otras formas de financiamiento para no terminar de resquebrajarse.
La derrota de Libre también es un golpe histórico. Otros partidos que llegaron bajo la bandera de la izquierda democrática al poder en Latinoamérica lograron encadenar, al menos, un segundo mandato consecutivo. Así ocurrió en Argentina, con Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa Cristina de Kirchner (2007-2011 y 2011-2015); y en Ecuador, con los tres períodos consecutivos de Rafael Correa (2007-2017).
Otro ejemplo es Bolivia, con Evo Morales (tres mandatos comprendidos entre 2006 y 2019), quien finalizó su gobierno con una dimisión tras una crisis política; y Brasil, con el actual gobernante Lula da Silva, quien previamente había dirigido el país dos períodos consecutivos (2003-2006 y 2006-2010).
En Uruguay, la izquierda alternó entre dos figuras en tres períodos consecutivos: Tabaré Vázquez (2005-2010) entregó el poder a José Mujica (2010-2015), quien, a su vez, se lo regresó a Vázquez para el siguiente quinquenio (2015-2020).
Chile constituye una excepción, ya que no permite la reelección presidencial consecutiva inmediata. Aun así, Michelle Bachelet fue presidenta en dos períodos no consecutivos (2006-2010 y 2014-2018). En cambio, en Perú, donde también está prohibida la reelección consecutiva, la izquierda no intentó mantenerse en el poder tras el gobierno de Ollanta Humala (2011-2016).
De forma más reciente, la izquierda llegó al poder en México con Andrés Manuel López Obrador en 2018, y lo retuvo con Claudia Claudia Sheinbaum en 2024.
Únicamente Xiomara Castro y Rixi Moncada no alcanzaron a reeditar este patrón en Honduras. De esta forma, Libre se une al fracaso del MAS en Bolivia.
Sin estrategia
Ante los cuestionamientos de que Libre pasa a la historia como el primer partido de izquierda en la región que obtiene por primera vez el poder, pero no lo retiene, Leonel Casco, veterano defensor de derechos humanos y uno de los líderes de este partido, respondió que un elemento importante es que en realidad no es la izquierda propiamente la que dirigió y dirige al partido Libertad y Refundación.
Según Casco, Libre es una mezcla integrada por diversos sectores con un predominio de dirigentes liberales, “quiérase o no, pues son más tipo progresistas, pero no es una izquierda, como debe de ser una izquierda con consistencia, con madurez pragmática”.
En el desarrollo del gobierno de la presidencia de Castro se dieron muchas situaciones irregulares a pesar del planteamiento de ella. “No fue respetada. Sus órdenes, sus instrucciones muchos de los funcionarios no las respetaban y hubo también esas islas de poder”, lamentó.
Explicó que a Libre también le faltó ser más consistente en la formación y capacitación de los dirigentes a nivel territorial y a nivel de base, de modo que fortalecieran precisamente las capacidades y la presencia doctrinaria del partido.
Es tal, agregó, que no se coordinaron, por ejemplo, programas y proyectos con las estructuras del partido en los territorios históricos o los municipios, sino que las instituciones desarrollaban su actividad desvinculada prácticamente de la organización partidaria según su planificación institucional, pero no articulada precisamente al proceso partidario.
Ante la derrota de Libre en Honduras y de MAS en Bolivia, que ya tenía 20 años gobernando, Casco considera necesario comprender que, a raíz que son procesos mediante elecciones democráticas y el voto popular, se tiene que ser más coherente con esos anhelos, esperanza y lo que espera en sí la población.
“Es que prácticamente la población en América Latina no está preparada para cambios estructurales revolucionarios, como deben de ser, porque también los planteamientos no están en función de destruir la empresa privada, sino de fortalecer las capacidades del Estado para que haya mayor mayores controles”.
En países como “los nuestros se necesitan fortalecer”, lógicamente, tanto la inversión privada, pero también la inversión pública y la inversión social, como “lo establece nuestra Constitución en el capítulo sobre la economía. Tres formas de economía: la privada, la pública y la social. Entonces en América Latina esto va a ser como altos y bajos”.
Todo dependerá de cómo se desenvuelvan los gobiernos en el poder, entonces, van a gobernar por ciclos partidos de derecha o centro derecha y en otras coyunturas la izquierda o centro izquierda, analizó Casco.
Para él, en la derrota de Libre influyó tanto su propia forma de actuar y, por otro, lado se dieron elementos externos como la injerencia del presidente estadounidense y la campaña internacional que se generó con las últimas elecciones en Venezuela, que impactaron en la decisión de los hondureños.
Además, “la influencia religiosa fue muy fuerte en cuanto a hacer ver a la población que Libre era una amenaza que buscaba imponer o desarrollar un sistema socialista estilo Cuba, Nicaragua, Venezuela. Entonces, en el imaginario de la población, lógicamente, se apropió el temor”.
Es una realidad que tanto Libre como partido y el gobierno nunca pudieron contrarrestar con una capacidad de integración, de convencimiento o de persuasión. En su primera experiencia de gobernanza falló hasta la estrategia de comunicación en el caso del partido, de la de la dirigencia y de la coordinación hacia las bases, añadió.
Casco es del criterio que se dieron fallas elementales en las acciones del gobierno, de sus departamentos de comunicación hacia la sociedad en cuanto a los proyectos, los programas, los avances, los logros. Era una difusión muy limitada.
"Creo que se falló mucho en las estrategias comunicacionales hacia la sociedad; no se transmitieron las acciones positivas del gobierno y se quedó más en un ambiente defensivo, de ataques, de cuestionamientos o señalamientos a diversos sectores de la sociedad. “Se quedó como en una acción más contestataria, de confrontación y se perdió un poco el avanzar más hacia lo interno”, criticó.