Tegucigalpa, Honduras.- Con las primeras luces del amanecer y el murmullo de oraciones en cada esquina, Honduras se despertará este domingo con palmas en las manos y la fe renovada en el alma.
En cada parroquia del país, los fieles se preparan para conmemorar el Domingo de Ramos, una de las fechas más significativas del calendario litúrgico católico, que marca el inicio de la Semana Santa y recuerda la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén.
Desde tempranas horas, las iglesias abrirán sus puertas para recibir a cientos de personas que llegan con sus ramos de palma trenzados, listos para ser bendecidos durante las misas que se celebrarán en todos los rincones del país.
Es un día en el que la tradición, la espiritualidad y la esperanza caminan de la mano.
El Domingo de Ramos no solo es una celebración litúrgica, sino también un acto profundo de memoria colectiva y devoción popular.
La imagen de Jesús montado en un burro, recibido con vítores y ramas por el pueblo, resuena en las calles empedradas y las plazas de Honduras, donde se recrea la escena en procesiones coloridas y llenas de fervor.
"Estamos listos para recibir a los fieles, en Semana Santa celebramos el ministerio de Cristo, también celebramos la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, se hace a través de actividades litúrgicas que se programan", expresó Carlo Magno Núñez, rector de la Basílica de Suyapa.
Esta actividad está marcada por la bendición de los ramos, ya sea en las afueras de las parroquias y en el interior.
Los ramos, luego de ser bendecidos, son llevados por los feligreses a sus hogares, donde se colocan detrás de las puertas, en altares o marcos de cuadros religiosos.
Para muchos, este pequeño acto es una forma de protección espiritual durante el resto del año, un escudo de fe frente a las adversidades cotidianas.
"El Domingo de Ramos lo componen dos elementos, la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y la lectura de la Pasión dentro de la misma eucaristía. La celebración tiene ese carácter de unidad y procesional", explicó Núñez.
Además del profundo simbolismo religioso, el Domingo de Ramos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre los valores de humildad, entrega y amor al prójimo que marcaron la vida de Jesús en su camino hacia la cruz.
Es el inicio de una semana para mirar hacia adentro, perdonar, agradecer y preparar el corazón para la Pascua.
