Los Ángeles, Estados Unidos.- Netflix estrenó este 3 de octubre Monster: The Ed Gein Story, la nueva entrega de la franquicia creada por Ryan Murphy, que en esta ocasión se centra en uno de los criminales más perturbadores del siglo XX en Estados Unidos: Ed Gein.
Interpretado por Charlie Hunnam, el asesino de Plainfield, Wisconsin, ha servido de inspiración para clásicos del cine como Psicosis (1960), La matanza de Texas (1974) o El silencio de los corderos (1991).
Tras el éxito de entregas anteriores dedicadas a Jeffrey Dahmer o a los hermanos Menéndez, Murphy recupera ahora el caso Gein, cuyas acciones estremecieron a la opinión pública en los años cincuenta y marcaron la cultura popular posterior.
Una infancia marcada por el aislamiento
Ed Gein nació en 1906 y creció en un entorno rural profundamente rígido. Su madre, de fuerte carácter religioso, lo educó bajo una estricta moralidad que fomentaba el rechazo hacia las mujeres. Durante su niñez y adolescencia, Gein vivió prácticamente aislado en una granja sin electricidad ni agua corriente.
La muerte de su madre en 1945 fue un punto de inflexión. Desde entonces, se refugió en lecturas sobre anatomía y en un comportamiento cada vez más obsesivo, que lo alejó de cualquier relación social significativa.
El hallazgo en la granja de Plainfield
El 17 de noviembre de 1957, la desaparición de Bernice Worden, empleada de una ferretería local, condujo a la policía hasta la granja de Gein. Lo que encontraron fue descrito entonces por TIME como “uno de los casos criminales más macabros del siglo”.
En el interior de la vivienda se descubrieron restos humanos conservados de múltiples formas: cráneos utilizados como recipientes, piel transformada en objetos domésticos y partes de cuerpos guardadas en cajas y bolsas. Worden había sido asesinada y desmembrada, y las autoridades vincularon también a Gein con la desaparición en 1954 de Mary Hogan, propietaria de un bar en la zona.
Las investigaciones revelaron además que Gein practicaba la profanación de tumbas. Localizaba los entierros recientes a través de las necrológicas y desenterraba cuerpos para conservar fragmentos. Según los psiquiatras de la época, sus actos respondían al intento de “recrear” a su madre fallecida y, al mismo tiempo, de castigar la figura femenina que lo había marcado.
Juicio y reclusión
Gein fue declarado no culpable por razones de demencia y enviado a instituciones psiquiátricas, donde permaneció hasta su fallecimiento en 1984, a los 77 años. Nunca fue juzgado por canibalismo ni necrofilia; los especialistas consideraban que sus crímenes respondían a una combinación de esquizofrenia y fijación patológica hacia la figura materna.