"Querido trópico", un encuentro de soledades

La película panameño-colombiana dirigida por Ana Endara se proyectará a partir de hoy en las salas de Metrocinemas. En ella se abordan realidades sensibles, desde la migración, la demencia y el trayecto final entre padres e hijos

  • 09 de octubre de 2025 a las 11:13
Querido trópico, un encuentro de soledades

Tegucigalpa, Honduras.- Una historia de abandonos y encuentros, de silencios y comprensión, de llegadas y despedidas. Así podríamos resumir a "Querido trópico", una película sensible, como la vida misma.

La directora panameña Ana Endara conversó con El Heraldo sobre su película, que es una producción entre Panamá y Colombia, a propósito de las proyecciones que se realizarán de la misma en las salas de Metrocinemas Novacentro y Plaza Miraflores, a partir de hoy y hasta el miércoles 15 en dos tandas: 5:00 p.m. (Plaza Miraflores) y 6:30 p.m. (Novacentro), en una colaboración entre Tercer Cine, la Colectiva de Cineastas Hondureñas y Pacífica Grey.

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"Querido trópico" es la primera película de ficción de la directora que hasta entonces había enfocado su trabajo en los documentales ("Curundú", "Reinas", "La felicidad del sonido"), pero ahora presenta una historia que atraviesa las fronteras del tiempo, la memoria y las relaciones humanas.

La historia presenta a Ana María (Jenny Navarrete) y Mercedes (Paulina García), la primera es una migrante colombiana, y la segunda una adulta mayor de clase alta, ambas tejerán una relación desde el cuidado y el silencio, y desde realidades paralelas que tienen un punto de encuentro que no habría podido darse en otras circunstancias.

"Un jardín tropical se vuelve escenario para el encuentro de dos soledades que se acompañan por un tiempo: la de una mujer de clase alta a la que una demencia le está arrebatando todo lo que ha sido, y la de su cuidadora, una inmigrante sola y sin apoyo, separada del mundo por un terrible secreto", dicta la sinopsis de la película.

De realidades a realidades

"Querido trópico" tiene un punto central, y es ese encuentro entre Ana María y Mercedes, pero alrededor de ellas se abordan muchas historias, que van de la maternidad, el abandono, la soledad, la enfermedad, el estigma, la pérdida, la familia... Sin que el enfoque central se diluya.

En su película, Endara aborda ese proceso de despojo —la demencia— que no solo borra la memoria, sino las líneas de clase, de roles, de formalismos: “La demencia le permite a Mercedes dejar de ver a Ana María como una empleada ... la ve simplemente como otra mujer que la acompaña”. Y desde esa demencia, también se aborda el rol de la familia, de cómo las hijas asumen una responsabilidad mayor porque se da por sentado que son las indicadas, las que deben y pueden hacerlo, pero aún así la trama no se inclina hacia el juicio, sino hacia la contemplación, hacia ese espacio donde los personajes —y el público— habitan preguntas que no tienen respuestas fáciles.

“Lo que intenté hacer es una película que saque estos temas a la luz... Sin decir esto está bien o esto está mal", señala la directora, que no teme mirar de frente las complejidades de la vida, y el gran significado del silencio cuando las situaciones desbordan la capacidad de las palabras: “Los silencios dicen mucho más que las palabras... Las miradas entre ellas”.

Querido trópico, un encuentro de soledades

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La influencia del documental

El trabajo de Ana Endara en el cine documental influyó de manera decisiva en su forma de hacer ficción. Esa sensibilidad para lo auténtico, lo humano, los gestos pequeños que en su suma pesan más que los sucesos estridentes: “Mi experiencia documental me ayudó a entender cuándo algo se siente real ... que cuenten los gestos, los silencios, la presencia de las personas, que cuenten más allá que grandes acontecimientos”, dice.

Esperanza en lo cotidiano

¿Dónde aparece la esperanza en una historia que confronta la pérdida? En lo simple, en los momentos donde dos mujeres se ríen, se acompañan en silencio, comparten un espacio sin necesidad urgente de palabras. La directora lo señala con claridad, en una escena que sucede en el baño, donde ambas protagonistas se descubren en su complicidad, en su cercanía y también en el respeto de sus realidades e incluso mentiras.

De esos instantes así hay muchos en la película, y son como grietas luminosas en una narrativa que no rehúye lo doloroso, pero que entiende que en el dolor también se hallan las sonrisas.

El reto del cine en Centroamérica

"Querido trópico" se gestó en 2019, pero la filmación se realizó en 2023; en 2024 inició su ruta por festivales y su proyección en salas de cine, y es en 2025 que finalmente llega a Honduras.

Esto se traduce en años de trabajo e igualmente años de espera, lo que significa que hacer películas y/o documentales, nunca es una labor inmediata con satisfacciones instantáneas. Crecer en ese trayecto implica persistencia, compromiso, disciplina y honestidad.

“Si la conexión que tengas con eso que estás contando no es honesta, se te va a acabar la gasolina super rápido”, dice la directora, que con "Querido trópico" ha cosechado muchos éxitos: se presentó en festivales como el de Toronto, San Sebastián, Roma y La Habana; logró premios en Lima, San Francisco y Bruselas, y fue la apuesta de Panamá a Mejor largometraje internacional en la 98.ª edición de los Premios Oscar.

Y al referirse al cine de la región, lo hace con orgullo y con urgencia. Aplaude las historias de América Latina que no siempre llegan a proyectarse en la región, pero que reflejan el cine que se está produciendo ahora: audaz, sentido, necesario. “Nuestro cine está ahí ... es del mejor cine que está pasando ahora mismo”, afirma.

Pero es necesario que las salas se abran a estas producciones, y que presentarlas no sea un asunto extraño, sino algo cotidiano, y que el cine latinoamericano se sienta, en nuestra propia región, cada vez menos lejano.

Y mientras "Querido trópico" continúa su recorrido, Ana Endara ya piensa en su siguiente proyecto: "Victoria en las nubes", que será filmada en los paisajes cafeteros de Panamá, con Paulina García de nuevo como protagonista. Otro ejercicio de ficción que, sin duda, volverá al lugar de lo sensible, de lo íntimo, de lo que hace que veamos lo humano en el rostro del otro.

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Samaí Torres
Samaí Torres
Editora de la sección Vida

Licenciada en Periodismo por la UNAH. Máster en Crítica y Comunicación Cultural por la UAH y Máster en Alta Dirección Empresarial por la EOBS y la UCAM. Es periodista cultural de El Heraldo desde 2011.

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