San Pedro Sula, Honduras: “Messi, Messi, Messi”. “Te amo Messi, sos el mejor”. Estas y otras frases de los aficionados fueron parte de la gritería que armó la fanaticada hondureña en las afueras del estadio Olímpico con la llegada de Leo Messi y el Inter de Miami para el duelo contra Olimpia.
Corriendo tras el autobús, con su celular en la mano, Messi causó euforia total en los fanáticos catrachos que por un momento se olvidaron de los males del país para vivir una experiencia inolvidable: conocer al más grande jugador de todos los tiempos por sus grandes logros conquistados.
Desde que salió del hotel de concentración, los aficionados se aglomeraron en una parte del hotel y esto hizo que se redoblara la seguridad con más policías, pues a medida que se acercaba su salida al estadio, crecía el entusiasmo de la gente por tener una foto del Goat.
Las sirenas de las patrullas con su ruido y la ambulancia de los Bomberos que escoltó el convoy del Inter de Miami, se escuchó en toda la ciudad. Los aficionados levantaron las manos para saludar a Messi que como con pena, levantaba la mano para saludar a toda la fanaticada que lo idolatró.
Una vez dentro del estadio, la seguridad en el estadio comenzó a tornarse más fuerte. Se cerraron los accesos porque los fanáticos hicieron tremendo revuelo por intentar capturar la foto del siglo. A medida se acercaba su hora de saltar a la cancha, Messi se resguardó en su vestidor siempre protegido por su guardia personal que, con una comitiva hondureña, lo protegió en todo momento.
La vista de los catrachos en el estadio Olímpico puso la mirada en la boca del túnel por donde saldría Leo Messi a realizar el reconocimiento de cancha; los flashs de los celulares se encendieron, las gargantas comenzaron a gritar su nombre y el estadio Olímpico se convirtió en un manicomio: Messi hizo que San Pedro Sula perdiera la tranquilidad por un momento.
