Tegucigalpa, Honduras.- Detenerse en carretera con el capó —adaptado del francés capot— emanando vapor es una escena angustiante para cualquier conductor. En ese instante el motor atraviesa una fase crítica y cada decisión que tome marcará la diferencia entre una reparación menor y un daño irreversible.
El sobrecalentamiento aparece cuando el sistema de refrigeración pierde capacidad para disipar la energía térmica generada en la combustión. Si alguna vez le ocurre, no intente avanzar más. Cada metro extra puede deformar la culata o incluso agrietar el bloque, lo que se traduce en una reparación sumamente costosa.
Frente a este escenario la reacción inmediata es fundamental. José Deras, propietario del Taller Automotríz “Chano”, enfatiza que “si el motor se sobrecalienta, lo primero que debe hacer es apagar el vehículo y permitir que se enfríe por completo”.
Mientras espera, puede ayudar al radiador a liberar calor. Una práctica segura es rociarlo con agua desde afuera, siempre recordando no retirar el tapón. Dentro del sistema existe presión y el vapor puede alcanzar temperaturas superiores a los 90 grados, con riesgo de quemaduras graves.
En este tipo de situaciones el tablero es el principal aliado. Sin embargo, “muchos conductores ignoran el medidor de temperatura y deciden continuar la marcha, lo que agrava la avería”, comentó el entrevistado.
Más allá de la emergencia, lo que realmente prolonga la vida útil del motor es la prevención.
Hágase un hábito revisar cada mañana el nivel del refrigerante en el depósito de expansión. Si observa que disminuye con frecuencia, no lo ignore, porque puede tratarse de una fuga en mangueras, juntas o en la bomba de agua, y lo recomendable es llevar el vehículo a revisión inmediata.
No espere a quedarse varado en plena carretera. Un chequeo preventivo del sistema de refrigeración —que incluya válvula termostática, mangueras, radiador y bomba de agua— puede ahorrarle un gasto cuantioso y, sobre todo, evitar que su motor se convierta en una víctima del sobrecalentamiento.