Junto a su familia y en una silla de ruedas desde hace 20 años, Víctor Manuel Rodríguez venció los obstáculos que le dejó una discapacidad a los 33 años.
Para quienes le conocen, este dinámico hombre es el mejor mecánico de la comunidad de Monjarás, Marcovia, pues desde los 13 años se mueve en el mundo de los motores sobre ruedas.
“Yo creo que las diferentes discapacidades que pueda tener el ser humano siempre hay una manera de vencerlas para poder salir adelante junto a su familia”, dijo el mecánico.
Su historia
Según narró el entrevistado, él perdió la movilidad en su columna y sus extremidades inferiores cuando recibió un disparo de parte de un vecino que afectó su médula espinal.
Después de dos años de un intensivo proceso de recuperación, don Víctor, como lo conocen en la comunidad de Monjarás, retomó su taller de mecánica. Sin embargo, le costó seis meses adaptarse a la nueva forma de realizar su trabajo.
Pero poco a poco fue ganándose la confianza de su antiguos y nuevos clientes. En su taller tenía ayudantes y mecánicos en proceso de formación para atender a su clientela.
“Solo tres años pude trabajar el oficio de mecánico de manera normal, pero ahora ya son 20 años los que tengo de estar trabajando de manera discapacitada”, recordó.
El mecánico manifestó que él pensó que quedaría en una cama postrado, de acuerdo al diagnóstico que le manifestaban los médicos.
Según ellos “me tenía que someter a una operación para retirarme la bala, pero yo no quise por temor a quedar con mayores problemas de discapacidad”.
Fue así que emprendió el trabajo nuevamente, con la diferencia de que en esta oportunidad solo le funcionaban las manos y tenía un enorme deseo de superación y de trabajo.
Fueron ocho años los que estuvo trabajando solo en el taller donde realizaba maniobras para hacer las reparaciones que le llevaban sus clientes. Ellos siempre salían satisfechos.
Escuela-taller
Así comenzaron a llegar algunos jóvenes que querían aprender la mecánica automotriz y estos se fueron formando a tal grado que son ellos quienes ahora realizan los trabajos en el taller bajo la supervisión de don Víctor.
Son siete los jóvenes que permanecen el taller, de los cuales cuatro son mecánicos y tres son aprendices.
Este trabajo le permitió al laborioso mecánico formar a su familia y llevarles el sustento.
“Mi familia fue un bastión muy importante para poder sobresalir en mi trabajo, ya que ellos siempre estuvieron a mi lado dándome ánimo y ayudándome en lo que podían. Mi esposa Marta Lidia Amador fue una de mis mejores fuerzas, ya que estuvo conmigo en todo momento y dándome ánimos para seguir adelante para seguir luchando en la vida”, relató.
Don víctor procreó dos hijas: Carol Julieta y Kelin Vanessa. “Mis anhelos con mis hijas no llegaron hasta ahí sino que la mayor, que quiso seguir estudiando, está cursando el sexto año de medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH)”, dijo este hombre originario de Choluteca, pero que por amor a su esposa se escapó junto a ella a Monjarás.
Rodríguez no deja de agradecer a Dios por haberle permitido seguir disfrutando de la vida.