Los restos de otro reo fueron encontrados el sábado en el penal de Comayagua, centro de Honduras, parcialmente consumido por un incendio el 14 de febrero, elevando a 361 el saldo de muertos, confirmaron fuentes oficiales.
'El hombre estaba totalmente calcinado', dijo el domingo el portavoz del Ministerio Público, Melvin Duarte.
'Los trabajadores que limpian el lugar encontraron el sábado los restos humanos entre los escombros de la cárcel de Comayagua', a unos 80 kilómetros al norte de Tegucigalpa, añadió.
Duarte informó que los médicos forenses analizan el cadáver para identificarlo.
El cuerpo fue trasladado la misma tarde del sábado desde Comayagua a la sede de la academia Nacional de Policía (Anapo), donde los forenses continúan con el proceso de identificaciones a través de huellas dactilares y otros métodos científicos, agregó.
Duarte informó que 70 cadáveres han sido entregados a los familiares de 120 identificados.
El Ministerio Público no se ha pronunciado ni ha descartado la posibilidad de que aparezca un nuevo cadáver en las celdas incineradas del la granja penal.
Los cadáveres fueron trasladados el viernes desde la sede de Medicina Forense, este de la capital, hacia Anapo, 5 km al suroeste.
La Unidad de Identificación Forense, reforzada con especialistas de México, El Salvador, Chile, Guatemala y otros países, comenzó con las autopsias y las identificaciones un día después del incendio, atribuido por expertos hondureños y un equipo del Buró de Bebidas Alcohólicas, Tabaco y Armas de Fuego de Estados Unidos, tras cinco días de investigar el caso, a un 'accidente'.
Indicó en un informe preliminar que la causa del fuego pudo ser una llama abierta no limitada a un cigarro, encendedor o fósforos porque no recuperó la fuente real de a ignición.
Consideró que el fuego habría iniciado en el módulo seis de la prisión, que encendió después materiales inflamables cercanos.
El incendio ocurrido en la granja penal de Comayagua en la medianoche del 14 de febrero, con 852 reclusos dentro (el doble de su capacidad). Dejó como saldo 361 muertos en las celdas, algunos calcinados abrazados a los barrotes, otros asfixiados por el humo o ahogados al lanzarse a pilas de agua del penal en un intento de protegerse de las llamas.
Los familiares exigen la pronta entrega de los cadáveres, pero el propio presidente Porfirio Lobo les pidió paciencia cuando los visitó en el albergue improvisado en el que se encuentran, porque la identificación resulta difícil por el estado en que quedó la mayoría.
Los familiares también han demandado otra investigación para corroborar la conclusión a la que llegaron los expertos norteamericanos.
Las 24 cárceles hondureñas albergan unos 12,000 reos, de acuerdo con cifras oficiales, y el sistema tiene capacidad para 8,000.
