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El arte de realzar la belleza con joyería

A sus jóvenes 25 años, Alfredo Medina lleva casi una década fabricando hermosas piezas de oro y plata
10.01.2023

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El oro y la plata son la base de sus creaciones, las piedras preciosas el complemento predilecto. Entre aretes, cadenas, dijes, pulseras y anillos, Walter Alfredo Medina ha encontrado en la orfebrería el arte de realzar la belleza de sus clientes.

Pero no se trata de un legado heredado a través de la familia, sino mas bien de una casualidad de la que sacó el máximo provecho. A sus cortos 25 años, este joven hondureño lleva casi una década de aprendizaje y experiencia en el oficio que hoy lo lleva a destacar de manera positiva.

“Yo me gradué de bachillerato en 2015, pero en 2014 ya me dedicaba a la joyería. Mi mamá trabajaba con una señora, y yo también quería aportar para la casa, así que le pedí permiso. Ella consultó con Kevin Alfaro (el hijo de esa señora), y así fue como llegué a su taller. Primero yo barría el piso, trapeaba, limpiaba las mesas; hacía lo más básico. A las dos o tres semanas ya me puso a soldar, a hacer trabajos pequeños de joyería”, relató el oriundo de Cuyamel, Omoa, Cortés.

Alfredo reconoce que no sabía nada del rubro, porque ni su familia ni sus amistades cercanas habían tenido acercamientos a ello. “Yo lo aprendí porque quería trabajar de lo que fuera para ayudar a mi mamá. De hecho, cuando estaba estudiando mi meta era laborar en una empresa, como un oficinista, y me dije ‘voy a trabajar en este taller solo mientras me gradúo y encuentro una oportunidad en lo que yo quiero’”, compartió, sin imaginarse que en ese lugar había dado inicio su prometedora faceta.

Medina estudiaba por las mañanas y por la tarde llegaba al taller. Un año después ya estaba adentrándose más en el tema de la joyería. “Poco a poco fui aprendiendo, las cosas me quedaban bien, entonces al cabo de un tiempo me gustaba cada vez más. Y supongo que también tiene que ver con que uno como creador debe amar lo que hace”, apuntó.

Y así pasaron dos años de trabajo junto a Kevin, su primer mentor. Luego sumó otros seis años de experiencia en Joyería Hugo Franklin. “En total, tengo nueve años de dedicarme a esto”, recopiló. Así que era cuestión de muy poco para que decidiera invertir en sus herramientas y dar inicio a su propio negocio, en donde ha podido expandir sus ideas y hacerse de una cartera de clientes que sigue creciendo gracias a la calidad de sus productos y el gentil servicio que lo caracteriza.

Brillantes acabados

Este emprendedor se dedica específicamente a trabajar el oro y la plata. También implementa piedras preciosas como diamante, zafiro, amatista, cuarzo, ópalo, esmeraldas, etc. “Toda la piedra preciosa que usted se pueda imaginar, la trabajo. Yo diseño, sigo referencias, hago cambios y modifico ideas. Produzco desde cero pero también reparo. Trabajo a mano al 100%. No tengo máquinas sofisticadas, pero sí mis buenas herramientas básicas para ello”, detalló.

Actualmente, Alfredo continúa laborando en otra joyería cerca de su lugar de residencia, en barrio Prado Alto, San Pedro Sula. “Yo no tengo ningún local aquí, trabajo en mi casa. De 8:00 AM a 5:00 PM asisto a la joyería porque necesito un sueldo base. Pero en mi tiempo libre, desde que salgo y a veces hasta muy tarde, me dedico a seguir creando en mi casa, ya sean encargos o cosas minimalistas para luego salir a vender. En joyería, si uno no tiene un local grande, la gente no llega”, recalcó.

En cuanto al tiempo de elaboración de las joyas, Alfredo explicó que depende mucho del diseño, de la complejidad de la pieza. “A veces tardo un día o menos, otras quizá tres días o hasta una semana. Claro, si el encargo está listo antes (que es lo que siempre trato) le aviso al cliente. El trabajo artesanal toma su tiempo, al menos en el campo de la orfebrería no se deja de aprender. Siempre, siempre, hay algo nuevo que hacer, siempre se encuentra una manera de perfeccionar más el trabajo, siempre surgen ideas nuevas”, destacó el emprendedor.

Y, como en todo rubro, hay procesos que se solicitan más, y otros que se disfrutan de manera especial. “El trabajo que me encargan más a menudo es fabricar anillos de matrimonio, ya sea el de compromiso o el trío. Anillos en general es lo que más me encargan. A mí en lo personal me gusta mucho fabricar piezas con piedras, joyas pavé le llamamos; eso es cuando numerosos diamantes o zirconias se montan juntos para crear una capa brillante en la pieza”, complementa.

Visión propia

La orfebrería ya es parte del sentido de vida de Walter Alfredo Medina. Lo que partió como una necesidad de obtener ingresos económicos, ha derivado en una pasión que continúa afianzándose con el tiempo y la libertad creativa. Razón por la que hacerse de un local propio es un proyecto a futuro.

“Yo quiero seguir viviendo de esto, es una buena oportunidad, es un oficio y hay trabajo a donde vaya. Me gustaría a futuro poder tener mi taller, más grande, más equipado, quizá proveer trabajo a otras personas. Dejar un legado a los que vienen, enseñar, que no se pierda la joyería. Somos pocos, muy pocos”, expresó con orgullo, haciéndose un espacio para conversar con Mi Finde en medio de su apretada agenda diaria.

Sus creaciones son visibles para todo el que pueda ingresar a redes sociales. En su cuenta de Instagram, @alfredo_jeweler.hn, postea el paso a paso de sus procesos, así como resultados finales de piezas que denotan originalidad, belleza y acabados impecables. Ha sido así como muchos, pese a la distancia física o la poca apertura, han descubierto su arte y encontrado en este una forma de proyectar sus gustos e intereses.

Alfredo Jeweler fue creado solo como un nombre para mi perfil de Instagram, nunca lo pensé específicamente para mi emprendimiento. Alguna vez se me ocurrió ‘El orfebre’, aunque realmente no sé si sería ese”, agregó el talentoso joven que dejó su tierra natal para mudarse a San Pedro Sula cuando tenía apenas 14 años (hace 11 años). “Vine a vivir con mi mamá a La Lima, pero a causa de los huracanes Eta y Iota llegué aquí”, recordó.