Tegucigalpa, Honduras.- La pequeña plaza construida en honor al filántropo José Maximiliano Barroso —popularmente conocido como “Don Pepe”— se encuentra en estado de abandono. El busto que lo representa, aunque aún permanece en pie, presenta visibles daños que reflejan años de descuido.
Ubicada en un área verde sobre la calle de los Alcaldes, cerca de un centro comercial, la escultura fue esculpida por artistas de Bellas Artes como tributo a su labor social.
El espacio fue creado hace varios años por ciudadanos que reconocieron el legado altruista de Barroso, un cubano que llegó a Honduras en la década de 1970 y que hizo de este país su segundo hogar.
Ante el deterioro del busto y el abandono de la plaza, varios vecinos han alzado la voz. “Hacemos un llamado al gobierno o a la Alcaldía Municipal para que recuperen este lugar que fue construido en honor a Don Pepe Barroso”, expresó un ciudadano, quien aseguró haberlo conocido personalmente.
La zona donde se encuentra la plaza es de alto desarrollo urbano, y su actual estado afecta negativamente la imagen del entorno.
¿Quién era Don Pepe?
José Barroso, popularmente conocido como ‘Don Pepe’, fue un filántropo cubano que residió en Honduras durante más de cuatro décadas.
En la capital hondureña se dedicó a administrar pequeños restaurantes de su propiedad, desde donde año tras año organizaba actividades benéficas en favor de niños, mujeres y personas en situación vulnerable.
Durante fechas especiales, como el Día del Niño, el Día de la Mujer y las festividades navideñas, don Pepe solía obsequiar alimentos, juguetes, ropa y calzado a quienes más lo necesitaban.
Anticastrista por convicción, Barroso fue ampliamente reconocido por su espíritu de servicio. Instituciones públicas y privadas, incluyendo la Alcaldía de Tegucigalpa, le otorgaron diversos reconocimientos a lo largo de su vida.
Su vocación de servicio fue reconocida en vida por instituciones públicas y privadas, incluida la Alcaldía Municipal del Distrito Central, que le otorgó múltiples distinciones por su labor.
Quienes recuerdan su legado piden que no se borre de la memoria colectiva ni del espacio público aquel gesto de gratitud que se materializó en una plaza y en un busto que, a pesar del daño, aún resiste el olvido.
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