La tragedia se posó sobre la vida de unas 10 familias que aún lloran a los seres queridos que les arrebataron las llamas del fatal incendio que consumió el área de glorietas de la Feria del Agricultor.
Heridas imborrables labraron no solo la piel de los afectados sino sus almas, pues a un año de la tragedia no logran borrar el terrorífico episodio y aún no concluyen el tortuoso camino del duelo.
Algunos como don Juan Zambrano, quien vende nacatamales en el lugar, tratan de equilibrar su vida con el trabajo, pero como él mismo dice, es difícil cuando en la piel de su esposa Olga Pavón hay las cicatrices.
“La recuperación de ella ha sido lenta, aveces me frustró porque no tengo para ayudarle a comprar sus medicamentos, es duro”, confiesa.
Para Pablo Varela, el antídoto del dolor ha sido alejarse de todo lo que le recuerde que su amada esposa Mary Andino nunca volverá a sus brazos.
“Me he trasladado con mis cuatro hijos a vivir y trabajar en San Pedro Sula, nosotros perdimos a cinco familiares y amigos, es demasiado”, dijo.
El fuego apagó la chispa de la vida de 11 personas que más que una estadística son los padres, madres, hijos, tíos, sobrinos y amigos de los sobrevivientes.
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Estas familias capitalinas tratan de reconstruir sus vidas, pero claman por el apoyo gubernamental para sobrellevar la carga económica y emocional que pesa de aquel fatídico 20 de febrero de 2015.
DESGARRADORES RELATOS DE LOS SOBREVIVIENTES:
Arely Velásquez:“Mí niña era la alegría de la casa y la feria”
Doña Arely Velásquez lleva una semana sin dormir, sufre ataques de pánico y apenas cierra los ojos revive el momento en el que vio a su pequeña Briana envuelta en llamas.
“Todos los días recuerdo el momento cuando abrí el refrigerador para sacar unos frescos y la explosión nos bañó de fuego, yo salí corriendo del dolor y cuando regresé a recoger a mí niña la encontré envuelta en llamas”, detiene su relato y rompe en llanto.
“Ella me gritaba: ‘mami, me duele, me quemé’, yo no podía cargarla, tenía las manos como reventadas... No la pude consolar en sus últimos momentos”, lamentó.
Doña Arely asegura que Briana era la alegría de su hogar y de la Feria del Agricultor por su simpatía, porque siempre bailaba al son de la música que escuchara.
“Mí morenita se me fue, yo no quiero que llegue mañana -hoy-, ni siquiera he tenido el valor de visitar la tumba de mí hija. Prefiero recordarla juguetona, bailarina...”. Doña Arely, quien aún no se recupera de una cirugía, se desvaneció por varios minutos.
Delmy Bonilla:“Es aterrador recordar... ese día nos marcó”
Delmy Bonilla es una joven madre de 26 años que luchó por su vida durante 30 días para volver a los brazos de sus hijas; Yesisi (7) y Suany (2). Ella, como las 60 víctimas que sufrieron quemaduras en el fatídico siniestro en la Feria del Agricultor, pelea por recuperarse y borrar los miedos.
“La verdad que ese fue un día muy difícil, fue aterrador, duele recordar porque nos dejó marcados para toda la vida; es un accidente donde perdimos a varios compañeros, familiares, nuestra gente, clientes y negocios”, dijo.
Delmy cataloga ese día como la experiencia más aterradora que ha vivido, algo que aún no ha podido superar. Como mujer asegura que las marcas en su cuerpo la hacen sentirse mal, pero luego recuerda que tiene lo más valioso, la vida.
“El proceso de recuperación ha sido lento, he pasado por dolorosos lavados, injertos en el brazo izquierdo, todavía voy al hospital, tener el cuerpo marcado es desalentador”.
Sin embargo, asegura que por sus dos hijas y su esposo que la apoyado en un 100 por ciento se mantiene en pie y trata de salir adelante.
Humberto Espinoza:“Me dividí entre las fotos y mi salud?
Para el fotógrafo Humberto Espinoza, la explosión en la Feria del Agricultor fue un día en el que por su trabajo estuvo entre la espada y la pared.
“Yo me debatía entre ayudar, hacer las fotos y ver qué tan graves eran mis quemaduras. Recuerdo que los bomberos llegaron pronto y entonces decidí armar mí cámara y trabajar”, manifestó.
El fotoperiodista con 30 años de carrera asegura que asiste a las reuniones con el grupo de afectados y se siente afortunado por su vida, ya que muchos perdieron hasta cinco parientes.
“Cuando lo peor pasó recuerdo que vi cómo me colgaba la piel en los brazos y las ampollas que tenía, me asusté y justo en ese momento llegaron compañeros de diario Tiempo y nos dijeron que fuéramos al médico”, relata.
En su computadora guarda las imágenes que captó de la tragedia.