La mañana amaneció triste y silenciosa como si compartiera el dolor que embargaba a miles de capitalinos.
El canto de los pájaros no se escuchó, el viento racheando murmuró desde el cielo, y el sol se negaba a salir.
Este viernes se conmemoró el Día de los Difuntos, y en el recuerdo de miles de dolientes, el vacío de haber perdido a sus seres amados quebrantó su corazón.
Decenas de familiares de los difuntos llevaron a los cementerios coronas y palmas para adornar las sepulturas y rendir homenaje a los que se fueron sin avisar y dejaron su corazón herido.
Y es que no se trataba de una fiesta, tampoco de un paseo dominical, pero los miembros de la familia, Bustillo Barahona, empacaron alimentos, compraron flores, contrataron al mariachi “Los Amigos” y emprendieron su camino.
Una vez que llegaron al cementerio del barrio Sipile, luego de una leve limpieza, las cuerdas afinadas de las guitarras y las voces comenzaron a sonar. Aquella vieja tonada en una de sus partes decía...
“Cuando ustedes me estén despidiendo, con el último adiós de este mundo, no me lloren que nadie es eterno, nadie vuelve del sueño profundo”.
Al compás de la canción y envueltos en un silencio sepulcral, los ojos de doña Emilia, comenzaron a llorar y al final de la canción con voz muy suave exclamó: “¡Mi hijo era muy alegre!”.
Así como la familia Bustillo- Barahona miles de familias capitalinas salieron ayer a rendir tributo y a dar sus mayores muestras de amor a aquellas personas que por una u otra circunstancia, el Divino Creador decidió llevarse a vivir a otra morada.
Y es que más que una fecha, es la necesidad de mantener viva la imagen, el recuerdo y el espíritu de aquellas personas que un día se fueron para nunca regresar.
En ese sentido, los familiares de los difuntos llevaron a los cementerios coronas y palmas para adornar las sepulturas y rendirles homenaje.
Ausentismo
En esta oportunidad, contrario a otras ocasiones, las personas aprovecharon el asueto, y salieron en masa a los camposantos públicos y privados de la capital.
Sin embargo, en la opinión de los administradores de los cementerios, la visita a los muertos es una fecha en decadencia debido a la pérdida de valores morales y espirituales en la sociedad.
Empero, este criterio no es compartido por muchos capitalinos, quienes atribuyen el ausentismo a otras causas.
Juana Bustillo se quejó del terrible problema que hay de inseguridad en los cementerios de Comayagüela.
“Aquí al barrio Sipile no se puede ingresar si no es este día, que los policías salen a las calles a realizar rondas de vigilancia”, indicó.
Añadió que en otras fechas del año se puede llegar, porque los establecimientos son aprovechados por los inadaptados sociales para hacer de las suyas.
Sin embargo, reconoció que hay familias que pasados unos días del fallecimiento de un ser amado se olvidan de él.
Otros visitantes reclamaron el poco mantenimiento que se le da a los cementerios.
Tal es el caso de doña Cándida Martínez, quien en tono molesto dijo que “todos los años es lo mismo, nunca encuentro a mi esposo, porque su espacio siempre está lleno de monte y de basura”.
Ante estas eventualidades, son los encargados de los cementerios los llamados a brindar una mano amiga a las personas para encontrar las tumbas pérdidas.
En los espacios privados como Jardines de Paz Suyapa, este tipo de situaciones no existen, ya que los establecimientos son custodiados por la Policía Nacional y por las compañías de seguridad.
Explicación
Alejandro Agurcia, gerente de Orden Público de la Alcaldía Municipal, explicó que el problema del ausentismo de personas se debe al difícil acceso que hay a los camposantos públicos.
Detalló, que el peligro que hay en la zona se debe al mismo crecimiento de la población, así como al enorme crecimiento comercial que hay en Comayagüela.
El funcionario municipal develó que en los camposantos públicos ya no hay espacio.
En ese sentido, informó que la comuna capitalina está en la búsqueda de un nuevo espacio, que sea capaz de albergar a unos 50,000 cadáveres.
Esta decisión pasa por la elección del predio que reúna mejores condiciones, tanto de seguridad, como de proximidad para las personas.
“Estamos buscando un predio que sea cercano para que no afecte a los capitalinos más pobres que son los que acuden a los cementerios públicos”, expresó.
Y es que hoy en día la muerte de un ser querido genera gastos que oscilan entre los 10 y 20 mil lempiras, de acuerdo con las condiciones con que se brinden los actos fúnebres.
Según Mario Enamorado, administrador de Jardines de Amor Eterno de La Era, un predio en este establecimiento cuesta entre 9,500 y 14,500 lempiras el servicio completo.
Para muchos capitalinos esta cantidad representa un erogación considerable de dinero, razón por la que no queda más opción que acudir a los cementerios públicos.
Solo en el cementerio General se esperaba la llegada de 20 mil personas.
El gobierno de Honduras declaró asueto a partir del mediodía
para los empleados del Poder Ejecutivo, con el objetivo de que puedan movilizarse tanto dentro de la capital como al interior del país a coronar a sus difuntos.