Tegucigalpa, Honduras.- La violencia continúa dejando huellas imborrables en Honduras. A lo largo del año, se han registrado múltiples masacres en distintas regiones del país, sembrando luto y desesperanza en las comunidades. Desde enero hasta la fecha, los actos violentos han cobrado la vida de decenas de personas, reflejando una preocupante ola de criminalidad.
El primer hecho sangriento se registró́ el 19 de enero, aunque los cuerpos fueron encontrados al día siguiente en el sector de Nueva Aldea. Las víctimas, René, Daniel Alexander y Josué́ Francisco, residían en la colonia La Vega y en la 3 de mayo. Su hallazgo marcó el inicio de una serie de masacres que no cesarían en los meses siguientes.
Tan solo diez días después, el 29 de enero, la comunidad de Guadalupe Carney, en Trujillo, Colón, fue testigo de otra masacre. En un local de venta de bebidas alcohólicas, cuatro personas fueron asesinadas: Mario Adonis Martínez, Dinoris Quintanilla, Joel Ocampo y un hombre cuya identidad no fue revelada, presuntamente el padre de Ocampo.
Febrero comenzó́ con otra tragedia. En Ocotepeque, la noche del 5 de febrero, tres personas perdieron la vida en un ataque armado. José Carlos Arévalo Vásquez, José Miguel Pinto y Héctor Rolando Vásquez fueron las víctimas de esta masacre, que dejó consternada a la población.
El 10 de febrero, la violencia alcanzó la comunidad de Las Crucitas, en Siguatepeque, donde un padre y su hijo, Nilson Orlando Enamorado y Nilson Josué Enamorado, fueron asesinados. Días después, el dolor de la familia se agravó con la muerte de la abuela del joven, sumida en la tristeza.
Días después, el 14 de febrero, cuatro personas fueron brutalmente asesinadas en Catacamas, Olancho, mientras que una quinta resultó gravemente herida.
La violencia no dio tregua. El 23 de febrero, la colonia Brisas de Oriente, en Tegucigalpa, se convirtió́ en escenario de otra masacre. Tres personas fueron ejecutadas, entre ellas Terencio de Jesús Maradiaga Martínez y Santos Mauricio Castejón, este último operario del transporte.
Apenas cuatro días después, el 27 de febrero, en Yoro, dentro de una vivienda en el sector Lomitas, se encontraron los cuerpos de tres personas: Kelvin Macedo, Omar Hernández y Seidy Garay.
A finales de mes, en Juticalpa, tres miembros de una misma familia, Adoni, Yefry y Yeison Uclés, fueron acribillados en plena vía pública. Un ataque que, al igual que muchos otros, aun no encuentra justicia ni respuestas claras.
Marzo inició con una alarmante escalada de asesinatos múltiples. La tarde del día 3, cuatro cuerpos fueron hallados en un basurero de la colonia La Cañada, en la capital. Entre las víctimas estaban Jean Carlos Oyuela Castro, empleado del Sistema Nacional de Emergencias 911, y tres jóvenes más, el menor de apenas 14 años.
Horas más tarde, esa misma noche, un nuevo ataque en el barrio Buenos Aires dejó tres muertos y dos heridos. Estos fueron identificados como Jorge Antonio Durón Rodríguez de 48 años, Evelin Johath Corrales Cálix de 37 y Allan Josué Ramos Canelas de 35.
Las cifras de masacres en Honduras siguen en aumento, dejando un panorama desolador. Detrás de cada número hay historias de vida truncadas, familias en duelo y una sociedad que clama por seguridad y justicia.