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Volver a ver cine en el centro de Tegucigalpa

Los inicios de la cinefilia en Honduras tienen lugar en el centro de la ciudad y es justamente ahí donde se revitaliza el cine al aire libre

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03.02.2018

Tegucigalpa, Honduras
'Ir al cine” implica una convocatoria colectiva a disfrutar de un espectáculo fílmico, que posterior a su visionado permita compartir entre amigos y familia para expandir el sentimiento de entretenimiento a una práctica de aprendizaje o reflexión. Podemos decir, a priori, que el cine propiamente dicho se instaura en Honduras desde principios del siglo pasado, dando comienzo a una de las más satisfactorias y rentables actividades culturales y de ocio con que cuenta nuestro medio.

Los inicios de la cinefilia en Honduras tienen lugar, indiscutiblemente, en el centro de su ciudad capital; los investigadores e historiadores datan las primeras proyecciones a principios del siglo XX en nuestro Teatro Nacional Manuel Bonilla y, seguidamente, respondiendo a la demanda de más proyecciones, se abrieron las primeras salas de cine comercial (Clámer y Variedades), en lo que hoy conocemos como el casco histórico de Tegucigalpa, llegando este a tener alrededor de ocho salas en la zona.

Fue hasta la primera década de este siglo que los últimos suspiros de los cines en el centro se “congelaron en el aire” para dar paso a una experiencia distinta: concentrada en multisalas, ubicadas en los diferentes malls que siguen proliferando en nuestra ciudad. Estos suspiros que aún se conservan congelados en el tiempo corren el riesgo de “perderse como lágrimas en la lluvia”, si usamos una de las frases más famosas del cine, citada en la película Blade Runner de Ridley Scott.

Volver a ver cine
Uno de mis objetivos como cineasta y como amante del cine es, justamente, devolver la experiencia de disfrutar el cine en el corazón de nuestra Tegucigalpa. Junto al Museo para la Identidad Nacional hemos activado y mantenido FILMIN, un espacio continuo de fines de semana de cine gratuito (sábados y domingos a las 2:00 PM).

Paralelo a esta iniciativa, se están gestando otras que se convierten en atractivas alternativas para poder apreciar buen cine en el centro, tanto para los residentes del área central como para la población en general que quiera visitar el centro en esta nueva etapa de revitalización del casco histórico, como un espacio seguro y altamente cultural.

Dentro de estas alternativas puedo mencionar por ahora “Cine para toda la familia al aire libre” los domingos a las 6:00 PM frente al MIN y la que comenzamos en el mes de enero denominada Cinemacafé en Café con Libros, un precioso lugar ubicado en la segunda planta de la Librería Bautista de Tegucigalpa, donde presentaremos selectas películas los últimos viernes de cada mes a partir de las 3:00 PM con la entrada igualmente gratuita.

Así también mencionar la iniciativa del amigo Roberto Budde con la Dirección Nacional de Cine, presentando un gran repertorio de películas en los espacios de la Biblioteca Nacional.

Para valorar en mayor plenitud la importancia de ver cine en el centro, acudí a conversar con el amigo Víctor Ramón Amaya, quien además de ser una gran persona y un cinéfilo de primera, es un protagonista directo de este tipo de experiencias.

Don Víctor, como cariñosamente le llamo, fue por muchos años proyeccionista de los cines Palace y Lido -en pleno centro de la ciudad- y me cuenta que la experiencia se vivía muy distinta a la de hoy en día...
Según sus palabras, el asistir a las salas de cine en el centro era una experiencia más intima entre el espectador y la película, incluso ese salir de las salas y poder caminar por las calles hasta sentarse en un parque y digerir lo visto; ello actualmente es prácticamente imposible de experimentar al salir de una sala de cine ubicada en un mall.

Coincido completamente con Don Víctor, pues toda experiencia de cine necesita un posterior momento íntimo para ser digerida y lo que encontramos en el recorrido al salir de una sala de cine ubicada en algún mall es una saturante oferta de diversidad comercial que contamina ese sentir emocional, que nos acaba de activar dicha proyección de cine.

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En este sentido, como expresé al inicio de este artículo, es necesario volver, rescatar y mantener la experiencia de ver cine en el centro. A veces hay que mirar hacia el pasado ya que “es la única manera de seguir adelante.” Frase que, si bien es sacada de la maravillosa película “La pequeña Miss Sunshine” del año 2006, nos da la idea de ver el concepto de nostalgia con una intención de aprender del pasado para poder recuperar buenos hábitos y buenas ideas para volver a crear buenos momentos.

Hace solo dos domingos coordiné una presentación al aire libre con el programa FILMIN en las afueras del Museo para la Identidad Nacional y la abrumadora convocatoria arrojó datos muy importantes que nos dicen cuán grande es la necesidad de volver a vivir estos momentos en familia en el centro de nuestra ciudad.

En esa presentación nos reunimos más de 250 personas y disfrutamos de una película que, además de entretenernos, nos dejó un mensaje de unidad familiar y valores humanos que debemos seguir manteniendo y multiplicando.

Esta actividad me recordó a especiales secuencias de la bellísima película “Cinema Paradiso”, cuya trama principal reúne constantemente las emociones y las ilusiones de los pobladores del pueblo de Giancaldo alrededor de la experiencia fílmica más pura.

Philippe Noiret, quien interpreta a Alfredo en la película, fue en su vida real proyeccionista del cine de su pueblo y, al igual que mi amigo Don Víctor, ve la vida y a las personas a través del cine y, con mucha propiedad, demandan que esa experiencia pura de “ir al cine” no termine, pues en verdad “ir al cine” es un bien cultural que debemos conservar y alimentar.

“El amor verdadero nos une por siempre en el latido de mi corazón” nos dice el mismo cine, recientemente a través de “Coco”, la apuesta del gran estudio Pixar para ganar el Oscar nuevamente a Mejor película animada este 2018.

Y es que “el futuro no está marcado. No hay más destino que el que construimos para nosotros” (Terminator 2, 1991). De esta manera, veamos a un futuro cercano en el que pensar la experiencia de “ir al cine” dirija nuestra mirada a esa cartelera alternativa que nos lleve al céntrico corazón de Tegucigalpa, pudiendo en familia disfrutar de lo bello del séptimo arte.

Muy pronto daré más detalles de otras iniciativas con las que seguiremos construyendo nuestro futuro cinéfilo y que nos harán recuperar el disfrute de la experiencia cinematográfica en el corazón de nuestra Tegucigalpa. ¡Estén pendientes!