De la estructura al relato

“Como un experimento narrativo” define Josué Álvarez a “Desayuno en Capitán Beach”, el primer libro de cuentos del escritor hondureño Mario Amaya

  • 07 de febrero de 2025 a las 17:17
De la estructura al relato

Tegucigalpa, Honduras.- La colección de cuentos (18) de Mario Amaya “Desayuno en Capitán Beach” (Mimalapalabra, 2021) es la puesta en marcha de una maquinaria narrativa que busca ante todo ser consciente de su propia naturaleza literaria, es decir, explora muchas posibilidades con los narradores, los tiempos, los personajes y la suerte de capas que conforman cada uno de los relatos.

La necesidad de rompernos

De la narración, los escritores y la escritura

Por momentos se siente, en el mejor de los sentidos, como un experimento narrativo. De allí que se descubran formas en el narrador del tipo: “¿Qué pasó Melecio?, les decís que te preguntó tu papá al despertarse. ¿No siente ese olor, pa′?, le pregunté, y él encendió la lámpara de luz blanca en su mesa de noche” (págs. 22-23); o bien: “¿Sabés cómo atraparlos?, dijo mi papá que le preguntó don Faustino. Le dije que no muy bien” (pág. 42), en el que el cuento es un relato del relato.

Se trata en algunos casos de una narración a partir del recuerdo, una historia que no es el propio cuento, sino una que está dentro de este, pero que paradójicamente lo construye.

Si tuvo que releer las oraciones anteriores, es solo una réplica de cómo se leen algunas de estas historias que hoy nos ocupan. Hay también un trabajo narrativo con el tiempo muy interesante.

“Escribir una ficción”, el primero de los cuentos, como se afirma en la contraportada, es el manifiesto narrativo de “Desayuno en Capitán Beach”, es la historia de un escritor (el narrador) que escribe sobre un escritor que a su vez escribe una historia de una escritora, lo que lleva a pensar que se reproduce de esa manera ad infinitum y refleja con bastante claridad cuál es el “juego narrativo” de estos relatos.

Pero además de la estructura, en ese cuento se abre la brecha para, por lo menos, una de las temáticas principales: la escritura, ¿o tal vez el escritor? De lo que se habla, quizá de forma paralela a otros temas, es del proceso creativo, de sus etapas, sus razones, sus momentos, sus manías, sus obstáculos, su gratificación y, por qué no, sus redenciones.

Se reflexiona a lo largo de la historia sobre ello: “Termina de leerlas y se convence de que cada día escribe peor; definitivamente no está hecho para la ficción autobiográfica” (pág. 51), dice en “Terapia”; “Yo, que en esos días viajaba sin rumbo definido buscando extender mis límites para forjarme una carrera de escritor, sin rechistar, acepté” (pág. 71), dice en el cuento homónimo del libro; “Aquello de que yo era escritor, de hecho, era una verdad a medias” (pág. 90), se lee en “La noche más larga”.

De estas y otras afirmaciones que brotan de “Desayuno en...”, se identifica la figura casi fantasmagórica de un escritor que aparentemente no termina de ser o que, por lo menos, no se acaba de convencer de lo que es.

Recuerda a esos escritores que construye Roberto Bolaño, que son y a la vez no, que están por todos lados pero a la vez hay que buscarlos, escritores de los de verdad pero que paradójicamente parecen más propios de la ficción.

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Padres: ausencia y presencia

Del mismo modo que se acerca a la figura del escritor, se acerca a la relación paternofilial: hay padres presentes, ausentes, distraídos, comprometidos, con sus propias historias, etcétera.

La figura paterna siempre está presente de alguna manera, y hay una frase dentro del cuento “¿Estás listo para hablar?” que podría condensar muy bien el mensaje: “¿Cómo era posible que su vida se desmoronara de esa forma? ¿Qué pensaría su papá si estuviese allí para ver en lo que se había convertido?” (págs. 126-127).

Quintero, el personaje al que le surgen estas preguntas, siente, a pesar de la distancia y la ausencia, el peso de su padre.

Aunque aparentemente los cuentos torales o por lo menos cohesivos son “Escribir una ficción”, “¿Quién se orinó en el vaso del coronel?”, “Desayuno en Capitán Beach” y que hay muchos que sirven para ver al resto de relatos desde otra perspectiva, desde mi experiencia de lectura, el punto más alto del libro es “La verdad es que yo no sé”, que cuenta la historia de un niño cuya maestra tuvo un cambio drástico de actitud hacia él después de algunos acontecimientos con su padre (de nuevo la figura paterna).

Es un cuento sencillo, ameno, divertido, tierno y muy profundo. A la conclusión de que es profundo se puede llegar con más facilidad a partir de la lectura de los demás cuentos.

En términos generales, así se leen estas historias, las unas enriquecen a las otras.

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Josué R. Álvarez
Josué R. Álvarez
Escritor y docente

Autor de “Guillermo, el niño que hablaba con el mar”, “Instrucciones para un taxidermista” y “De la estirpe del cacao”. Ganador del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, el Concurso de Cuentos Cortos Inéditos “Rafael Heliodoro Valle” y el Premio Nacional de Poesía Los Confines.

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