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Niseko, ciudad modelo ecológica

La ciudad verde, asediada por esquiadores de todo el mundo, es uno de los 23 municipios amigables con el ambiente de Japón

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26.10.2019

No solo es el paraíso japonés de los amantes del esquí. La ciudad, que en invierno se tapiza de nieve y en verano ofrece un increíble clima fresco entre las montañas, es hoy en uno de los 23 municipios medioambientales del país.

Se localiza al oeste de la isla de Hokkaido central, casi en el centro de la subprefectura de Shiribeshi, en Japón. Su nombre “Niseko (nisekoan)” es una palabra ainu que significa “río que corre alrededor de un acantilado muy pronunciado”.

Ahí en ese pequeño paisaje en medio de montañas y de espesa vegetación, residen alrededor de 5,000 personas, que en su mayoría se dedican a la industria, el turismo y a la agricultura, pero con un autocontrol de sus siembras para asegurar la sostenibilidad del municipio.

La ciudad, apetecida por los turistas por sus estaciones de esquí, que se practica en medio de una densa nieve que llega a alcanzar hasta los cuatro metros, es un modelo de reducción de la emisión de gases de efecto invernadero.

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Paisaje natural

En esa pintura llena de verdor de la ciudad sobresale el monte Yotei, un volcán dormido similar al monte Fuji, que en verano es un impresionante mirador que ofrece una vista panorámica de la región para quienes suben a la cima o solo quieren disfrutar en medio del campo de los productos frescos de las granjas.

Y en invierno, la nieve en polvo color champán y las inalteradas pistas de esquí atraen a esquiadores y practicantes de snowboard de todo el mundo. En cualquiera de las dos estaciones, la ciudad ofrece una variada gastronomía, basada en productos agrícolas de calidad, entre estos vegetales y frutas cosechados en la zona, además de importar mariscos frescos de ciudades y pueblos cercanos, que combinados que son tranformados en verdaderos manjares gracias a las habilidades de los chefs locales. Además de ofrecer diversión nocturna en restaurantes y bares,

Niseko también es famosa por sus aguas termales naturales (onsen) que según sus pobladores, tienen cualidades medicinales. En varios de los hoteles de la zona está esta opción. En medio de un ritual que incluye bajar de la habitación utilizando solo una bata estilo kimono, el huesped se puede sumergir sin ropa en las cálidas piscinas donde están separados hombres y mujeres.

Según los lugareños estos espacios contienen agua mineral natural que tiene poderes curativos que ayudan a la relajación, a calmar la mente y a problemas de la vista. Una vez superado el tema de la desnudez y el hecho de compartir el chapuzón con personas desconocidaas, la experiencia es más que relajante y se debe tener una vez en la vida.

Ciudad amigable

Pero, la carta de presentación de Niseko es su sello de ciudad modelo ecológico, que se traduce en agricultores que no utilizan insecticidas, en una población que ha logrado reducir en un 86 por ciento el dióxido de carbono, que ha logrado regular la construcción de edificios, hoteles y centros turísticos para mantener la sostenibilidad del paisaje. Y por si fuera poco, que pregona con orgullo una tasa de reciclaje del 96 por ciento.

Y es que según sus autoridades, Niseko se reta en busca de un futuro donde cada uno piensa y actúa por sí mismo.

“En Niseko hemos venido esforzándonos en la creación de autonomía para lograr una sociedad basada en la circulación y la simbiosis mediante recursos, energías y economía”, dijo Kenya Katayama, alcalde de Niseko, al recibir al grupo de centroamericanos, dominicanos y cubanos, que invitados por el Programa Juntos Japón, estaban listos para conocer la experiencia amigable con el ambiente de esta ciudad modelo. La lucha de Niseko, además de la reducción de la emisión de gases del efecto invernadero, es la energía renovable y que las edificaciones cuenten con aislamiento término que ayude a disminuir el uso de calefacción durante el invierno y que se conviertan en invernaderos en verano.

Pero, algo sorprendente en ese recorrido es sin duda la manera como un grupo de 47 agricultores de una cooperativa extraen un enorme trozo de nieve cada invierno y la mantienen en un enorme búnker, con el propósito de mantener a una temperatura fría los 31,000 quintales de arroz que producen y que guardan en un almacén contiguo al depósito. La nieve, que ha perdido su color champán, ayuda a mantener la temperatura del arroz durante un año. Estar unos minutos en el depósito es como vivir la experiencia del invierno en pleno verano. Eso y más es Niseko. La ciudad que recibe cada año 1.6 millones de turistas, tiene un rostro verde, tapizado de miles de hectáreas de cultivos multicolores en verano y blancas capas de nieve con esquiadores corriendo de un lado a otro en invierno. Su gente está haciendo su parte: turismo versus protección ambiental, porque según el alcalde, “la reducción de la carga ambiental es una tarea urgente. Tenemos la responsabilidad de dejar un mejor medio ambiente a los niños”.