El paso del tiempo ha labrado verdaderos tesoros naturales en las profundidades de la tierra. En plena Sierra de Guadalupe, en el estado de Nuevo México, se halla una de las cámaras subterráneas más profundas del mundo: las cavernas de Carlsbad, convertidas en Parque Nacional.
Un conjunto de 83 cuevas invitan a un agradable paseo bajo tierra que cada año visitan miles de turistas.
En las afueras de Guilin, China, al pie de la colina Guangming, se halla otro tesoro de la naturaleza, la espectacular cueva de la Flauta de Caña, cuyo nombre proviene de la tradición de fabricar flautas con las cañas de bambú que crecen junto a la gruta.
Esta cueva kárstica de piedra caliza ofrece durante un recorrido de unos 500 metros unas vistas grandiosas sobre una roca moldeada a capricho.
En el lago Carrera, entre Argentina y Chile, unas cavidades labradas por la erosión del agua forman las asombrosas cuevas de Mármol. Este santuario de la naturaleza está formado por estructuras de mármol que adquieren diferentes colores, según su contenido de impurezas.
Las cuevas de Yuwan en Uruyen, Venezuela, son otra belleza que encanta a miles de visitantes. Formadas por el movimiento tectónico del tepui y moldeadas por las aguas que discurren de su cima como drenaje natural de la montaña, estas cavernas prehistóricas evocan un mundo perdido.
La isla de Mallorca alberga una de las cuevas más famosas de España: las del Drach. En Manacor, las filtraciones de agua del mar han creado estas cuatro magníficas cuevas con un lago en su interior: el lago Martel.