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Francisco Morazán, el alma de la historia centroamericana

<p>Hoy se conmemoran 171 años de su asesinato y el pensamiento del general Morazán continúa haciendo eco en el mundo. Las ideas unionistas del gran visionario que se adelantó a su tiempo siguen siendo inmortales.</p>
15.09.2013

Tegucigalpa, Honduras
Es imposible describir las grandes transformaciones de Honduras sin antes referirnos al general Francisco Morazán, quien fue influenciado por los movimientos revolucionarios de la época.

Este hombre amigable, de un metro noventa de estatura, ojos azules, muy culto, justo, honesto y de pensamiento liberal luchó por la unificación de Centroamérica, en un acto que lo convirtió en un verdadero héroe nacional.

Un caballero visionario, con poder político y económico que en su faceta como militar supo resolver inteligentemente todas las adversidades propias de su cargo, ya que sin poseer ninguna formación castrense, y haciendo uso solamente de su conocimiento autodidacta fue como logró el triunfo en la mayoría de sus batallas.

Es por eso que al momento de recordar a Morazán no solo se debe pensar en el hombre de la imagen de perfil que aparece en las estampas cada mes de septiembre, sino que se le conmemore como un hombre al que no solo hace falta admirar, sino imitar por su entrega incansable por la unión centroamericana y que promulgó como brillante estadista numerosas reformas, entre ellas el acceso a la educación.

Ese es el verdadero Francisco Morazán. Definido por el morazanista Miguel Cálix como: “el alma de la historia de Centroamérica”.

Cálix, un conocedor de la vida, obra y pensamiento de Morazán, con diez libros publicados y otros ocho a punto de imprimir sobre el estadista centroamericano, hace una semblanza del general.

Primero años
José Francisco Morazán Quezada nació el 3 de octubre de 1792 en Tegucigalpa, ciudad que en aquella época pertenecía a la Intendencia de Comayagua, Capitanía General de Guatemala, durante los últimos años del dominio de la colonia española.

Sus padres fueron Eusebio Morazán Alemán y Guadalupe Quezada Borjas, ambos miembros de una familia criolla de clase alta dedicada al comercio y la agricultura. Trece días después de su nacimiento, Morazán fue bautizado en la Catedral de Tegucigalpa, aún se encuentran registros de este acontecimiento.

Según Cálix, cuando nació Morazán se estaba gestando para esa época -tras la invasión napoleónica a España- un movimiento de juntas con carácter independentista que inició en el reino de Guatemala.

En ese mismo período estaban en boga las ideas que hicieron posible la independencia de Estados Unidos en 1776 (15 años antes que naciera el prócer).

Para 1789 se gesta, cruzando el Océano Atlántico, la Revolución Francesa, trayendo consigo el apogeo de las ideas de los grandes filósofos de la Ilustración o del Siglo de las Luces.

Son todas esas doctrinas las que un día vienen a América y alimentan las ideas de Morazán, sustentando ese espíritu con los acontecimientos revolucionarios de las provincias de América del Sur, continúa el experto.

AUTODIDACTA.
Francisco Morazán fue en su mayor parte un hombre autodidacta. Según el morazanista, el paladín tuvo la desgracia de nacer en esa época donde Honduras carecía de escuelas, un 2% de la población sabía leer y un 98% eran analfabetas. “Morazán ha sido un autodidacta.

Apenas estuvo 18 meses en una escuela, donde aprendió las primeras letras, a escribir y realizar las operaciones básicas de la aritmética”, detalló Cálix.

En 1808, el héroe se trasladó junto a su familia a Morocelí, allí trabajó en los terrenos heredados por don Eusebio Morazán. Además, tuvo la oportunidad de laborar como empleado de la alcaldía.

Para 1813 la familia se mudó de nuevo a Tegucigalpa y una vez allí, su padre puso a Morazán bajo la tutoría de León Vásquez, quien le enseñó derecho civil, proceso penal y notariado. Conociendo y aprendiendo el respeto absoluto a la ley y una ciega obediencia a la misma.

Al mismo tiempo, tuvo la oportunidad de aprender a leer francés en la biblioteca de su tío político, Dionisio de Herrera, lo cual le permitió familiarizarse con las obras de Montesquieu, “El contrato social”, de Jean-Jacques Rousseau; la Revolución Francesa y la historia de Europa.

Esta dedicación y espíritu de superación, llevó de vez en cuando a Francisco a destacar en su ciudad natal, donde llegó a representar los intereses de algunas personas ante el tribunal colonial.

Según Cálix, en 1823 Morazán fue síndico del ayuntamiento (fiscal de la municipalidad), allí, como un hombre muy amigable con todo el mundo, se muestra abierto a la gente del pueblo que lo busca para que defienda sus causas.

“En ese preciso momento es que lo llegan a visitar unos campesinos labriegos que tenían su puesto en la plaza, para protestar porque los están estafando con las pesas y las medidas con que compran y venden su producto.

Decidiendo el paladín escribir una nota a toda la municipalidad, denotando que había un problema mayor, que Tegucigalpa no tenía una escuela y que había que crearla. Estableciendo que los mineros, hacendados y ganaderos sufraguen los gastos de la misma”, narra Cálix.

Y destaca que con este hecho cava su propia tumba, porque la Iglesia dirigía la educación y Morazán proponía que fuera el Estado quien lo hiciera. Asimismo, exigió que a la niña se le educara igual que al niño, en un tiempo donde las mujeres no tenían el derecho a la educación.

MATRIMONIO. Francisco Morazán se casó con María Josefa Lastiri en la Catedral de Comayagua el 30 de diciembre de 1825. De este matrimonio nació, en San Salvador, Adela Morazán Lastiri en 1838 (la única hija de Morazán).

María Josefa pertenecía a una de las familias más ricas de la provincia de Honduras. Su padre fue el comerciante español Juan Miguel Lastiri, quien jugó un papel importante en el desarrollo comercial de Tegucigalpa. Su madre fue Margarita Lozano, miembro de una poderosa familia criolla en la ciudad.

María Josefa era una viuda quien se había casado primeramente con el terrateniente Esteban Travieso, con quien procreó 4 hijos. A su muerte, Lastiri heredó una fortuna.

La herencia de María Josefa y el nuevo círculo de amigos poderosos e influyentes, que salieron de este matrimonio, ayudaron a levantar en gran medida los negocios del propio Morazán, y, por lo consiguiente, sus proyectos políticos.

Fuera de su matrimonio Francisco Morazán fue padre de cinco hijos más, de los cuales destacan: su hijo, Francisco Morazán Moncada, quien nació el 4 de octubre de 1827 de la relación del general con Francisca Moncada (hermana de Liberato Moncada, que fue su compañero de estudios y es quien lo sustituye como ministro de Dionisio de Herrera).

Francisco Morazán hijo vivió en la casa del matrimonio Morazán-Lastiri, y acompañó a su padre en Guatemala, El Salvador, Panamá, Perú y, finalmente, en Costa Rica.

El morazanista narra que José Francisco Moncada, que tenía 14 años cuando muere Morazán, radicó en Chinandega (Nicaragua), y él tenía el mejor retrato que tenemos hoy de Morazán.

El general educó a los dos primeros hijos y se vinculó mucho con su hijo José Antonio Ruiz, que concibió con la dama salvadoreña Rita Zelaya Díaz. Este muchacho llegó a ser general, peleó al lado de su padre en Costa Rica y se desarrolló como un destacado comandante de armas en Amapala.

VIDA POLÍTICA Y MILITAR. Luego de la independencia de Centroamérica de España en 1821, y su posterior emancipación absoluta del 1 de julio de 1823, la nación centroamericana quedó finalmente libre e independiente.

Esta nueva nación pasó a llamarse Provincias Unidas de Centroamérica y quedó conformada por los estados de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. Al año siguiente, el Congreso Constituyente se reunió en la Ciudad de Guatemala con el objetivo de decidir cuál sería el sistema de gobierno a través del que se regirían los destinos de la joven nación.

En la mesa de debates se presentaron dos propuestas diferentes: Los liberales apostaban por un gobierno federalista, influenciado por la Constitución de los Estados Unidos (de 1787) y por la de Cádiz (de 1812).

Este tipo de gobierno le daba a cada Estado mayor independencia o autonomía de administrarse y de crear sus propias leyes y reformas, entre otras cosas; pero siempre bajo la supervisión del Gobierno Federal, garante de una Constitución.

Los conservadores, por otro lado, se inclinaron hacia un gobierno centralista.

En este sistema, las decisiones y leyes eran adoptadas en la capital de la nación y se aplicaban a todos los demás estados por igual. Después de debatir las dos propuestas, los liberales, quienes eran mayoría, hicieron valer esta ventaja y ganaron el derecho de adoptar la tesis federalista, ante el descontento de los conservadores.

Posteriormente, el 22 de noviembre de 1824, bajo el lema “Dios, Unión y Libertad”, la Constitución fue aprobada y la nación pasó a llamarse República Federal de Centroamérica.

Bajo la nueva Constitución, resultó electo presidente Manuel José Arce del Partido Liberal.

El Gobierno Federal encabezado por Manuel José Arce pretendía disolver el Congreso Federal, y por ello convocó a una reunión que se celebraría en Cojutepeque el 10 de octubre de 1826, para elegir a un Congreso extraordinario.

Esta medida de orden inconstitucional fue rechazada por el Jefe de Estado de Honduras, Dionisio de Herrera. Sin embargo, el presidente Arce no reconocía la autoridad de Herrera, alegando que su mandato provisional había expirado, y que él estaba en el poder ilegítimamente.

Por esta razón, la Asamblea Nacional había convocado a nuevas elecciones en Honduras, pero Herrera había hecho caso omiso de este decreto y se mantuvo en el poder.

Por estas razones, pero bajo el pretexto de proteger las plantaciones de tabaco en Copán, propiedad del gobierno federal, Arce decidió expulsar a Herrera.

Esta misión fue confiada al coronel Justo Milla, quien el 9 de abril de 1827 y al mando de 200 hombres, se apoderó de Comayagua (la capital del Estado), le dio captura a Herrera y lo envió a una prisión de Guatemala.

Mientras Milla se ocupaba de consolidar el poder en Comayagua, Morazán realizaba su primera acción bélica defendiendo a Honduras. El 11 de noviembre, a las 9 de la mañana, en 1827, Morazán y sus hombres se enfrentaron al ejército del coronel Justo Milla, en la memorable Batalla de La Trinidad.

Tras esta victoria, Morazán marchó a Comayagua donde hizo su entrada triunfal y ocupó la jefatura del Estado de Honduras de manos de Miguel Eusebio Bustamante.

“Como Jefe de Estado hondureño Morazán introdujo la imprenta, publicándose el periódico oficial Gaceta del gobierno. En junio fue electo presidente federal de Centroamérica y tomó posesión el 16 de septiembre. Implantó el sistema de juicio por jurados basándose en el Código Livingston de Luisiana. Se clausuraron los conventos y en su lugar se abrieron escuelas, declarándose la enseñanza gratuita y obligatoria. Se implantó la libertad de culto y de la imprenta”, recalcó Cálix.

En 1834, el Congreso Federal practicó un escrutinio para elegir al nuevo presidente federal, en vista que el gobernador, José Cecilio del Valle, había fallecido antes de tomar posesión del cargo el nombramiento recayó nuevamente en Morazán.

“Francisco Morazán no fue alumno de academia militar alguna, ni estuvo en servicio activo en ningún cuartel para prepararse en el arte de la guerra. Su admirable estrategia militar fue innata, cultivada en el momento trágico, exigido en defensa de la libertad y de la justicia de los pueblos centroamericanos. Esa es la grandeza de Morazán y su fama vuela por los aires. Un total de 22 batallas a lo largo de su vida fueron ganadas sin ser un hombre militar. Él nos da esa libertad de que hoy gozamos”, describió Cálix, quién exteriorizó que así él va de triunfo en triunfo, y únicamente el 18 de marzo 1840 es derrotado por el sanguinario Rafael Carrera, que fue presidente de Guatemala durante 29 años.

LEGADO. Francisco Morazán se convirtió en un mártir y un símbolo de la República de Centroamérica. Él dio su vida, aunque sin éxito, tratando de preservar la unión de estos países.

“A Morazán todavía no lo entendemos, fue un gran visionario que se adelantó a nosotros unos doscientos años en su pensamiento. Seguimos sin entenderlo y por muchas décadas el ministerio de Educación viene conmemorando su muerte el día 14 de septiembre, cuando realmente fue un 15 de septiembre de 1842 que fue fusilado injustamente en San José de Costa Rica a los 21 años de declarada la Independencia de España. El Manifiesto de David es una de las piezas fabulosas dictada cuando él está en el exilio. Es una arenga contra la nobleza y la aristocracia de Guatemala y su lucha audaz y revolucionaria. Una gran visión de darnos patria y libertad”, resaltó el morazanista. Y urgió que es necesario que la gente que se ha robado el nombre de Morazán, que andan con estandartes gritando en las calles, hagan valer su pensamiento y sepan quién fue este hombre genial y autodidacta, que ofrendó su vida y que abrió su pecho para que lo fusilaran, matando su cuerpo, pero no su ideal.

“Declaro: que mi amor a Centroamérica muere conmigo. Excito a la juventud, que es llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra”, con estas palabras de Francisco Morazán se escucha el eco de que la unión de Centroamérica es una necesidad de supervivencia. Siendo imperante que las viejas y nuevas generaciones nos informemos sobre los pensamientos y obras del paladín centroamericano, Francisco Morazán, que sigue presente en su casa de niñez y juventud, el Museo Casa Morazán, que permanece abierto de lunes a viernes de ocho a cinco de la tarde.