El escándalo del mal manejo de fondos en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) se cobró su primera víctima: el ministro José Carlos Cardona; considerado al inicio de la actual administración gubernamental como uno de los hombres fuertes del gobierno, se vio obligado, en medio de la tormenta, a dimitir del cargo.
La renuncia le fue aceptada por unanimidad en un Consejo de Ministros encabezado por la presidenta Castro tan solo horas antes de que los seguidores del partido de gobierno se reunieran en Tegucigalpa para conmemorar 16 años del golpe de Estado, y poco después de conocerse un escueto informe en el cual la Secretaría de Transparencia reveló haber encontrado en una investigación en la Sedesol “deficiencias relevantes” en “la emisión de cheques, el control interno, la ejecución y la liquidación del gasto, y en general la gestión administrativa y financiera”.
En ese informe se obvió información sobre la participación de diputados en el manejo de los fondos para sus propias campañas, tal cual quedó evidenciado en el video de una conversación entre la congresista oficialista Isis Cuéllar y Cardona, que dio pie al escándalo y puso otra vez en el ojo público un problema que parece haberse normalizado entre la clase política gobernante del país, a pesar de los cuestionamientos que se hacen desde varios sectores sociales por la opacidad con la que se manejan tales fondos.La salida de Cardona no debe dar por cerrado este caso, sino dar pie para que el Ministerio Público y el Tribunal Superior de Cuentas asuman su responsabilidad y abran las investigaciones que lleven a identificar y presentar ante la justicia a todos y cada uno de los miembros de estas redes de corrupción que han funcionado históricamente cobijadas bajo el manto de la impunidad, en detrimento de millones de hondureños que a diario se debaten entre la pobreza y la miseria.
