Honduras sigue registrando la muerte violenta y cruel de mujeres en todo su territorio, ante la pasividad de las autoridades competentes que no cuentan con políticas claras para hacer frente a la problemática.
Y es que la violencia de género sigue marcando a Honduras con cifras alarmantes de feminicidios, que colocan al país a la cabeza de una nada agradable lista de los países más violentos para las féminas en el continente americano.
La impunidad, estimada en más del 95% de los casos debido a la falta de investigaciones adecuadas, es un mensaje cruel para las familias que quedan devastadas por la pérdida de una madre, una hermana, una hija, pero a su vez, un mensaje para los asesinos, que siguen prófugos, sin temor a ser llevados algún día ante la justicia a responder por el delito cometido.
Las autoridades competentes están obligadas a dar una respuesta a esta problemática y dejar de contar cuentos de lo que hacen o dejan de hacer, al menos en los papeles que tienen sobre sus escritorios.
¡Ya basta! La impunidad en todos y cada uno de estos casos debe comenzar a reducirse.
Es imperativo adoptar una estrategia integral que aborde tanto las manifestaciones como las causas y las consecuencias de este problema, con un importante componente de políticas de prevención de la problemática.
Sin duda que es un desafío que se debe adoptar con celeridad, con el único fin de preservar la vida de miles de mujeres que seguramente se encuentran en este momento en la ya casi invisible línea entre la vida y la muerte.
Mientras la ola de violencia siga arrebatando la vida a una o más de una hondureña, el mensaje es claro: no se están haciendo las cosas bien