Las enfermeras auxiliares volvieron ayer a las calles, y amenazan con continuar con sus protestas, por la falta de acuerdos con las autoridades sanitarias, tras tres semanas en huelga reclamando derechos laborales.
Si bien el miércoles anterior las negociaciones “iban por buen camino”, el diálogo se rompió un día después al no alcanzar acuerdos en el tema de las audiencias de descargo a por lo menos 200 de las enfermeras que han apoyado la huelga.
La ministra Carla Paredes y sus cercanos colaboradores aducen que el personal que ya fue notificado para audiencias de descargo debe enfrentarse al proceso.
La intransigencia manifiesta de las autoridades sanitarias hace escalar el conflicto a mayores acciones de protesta, que al final afectan a los pacientes del servicio sanitario público y a la ciudadanía, que la semana pasada vio interrumpido el tráfico en importantes vías de comunicación que generaron perdidas de tiempo y económicas a los usuarios de la mismas.
En las últimas horas, los colectivos del partido de gobierno salieron a acusar que el movimiento de las enfermeras estaba siendo manipulado por miembros de la oposición política y demandar su destitución.
La posición confrontativa de las autoridades sanitarias y del brazo político de Libre no abona a una solución pronta a un conflicto que tiene semiparalizado a un ya deplorable sistema de salud.
La salida del conflicto urge de la intervención de los más altos niveles de la administración pública y la suma de acciones que promuevan un diálogo respetuoso entre las partes.
El diputado del PSH, Carlos Umaña, ha recomendado a la presidenta Castro nombrar una nueva comisión negociadora con verdaderos interlocutores y capacidad de negociación. Solo queda esperar que su propuesta sea tomada en cuenta.
