Desde hace unos tres años, conocimos por diversas fuentes que las coberturas de vacunación en Honduras estaban a la baja y que nuestro país no estaba más en la lista de los mejor ranqueados por sus altos índices de inmunización de su población infantil.
Hasta antes de la pandemia de covid-19, Honduras, pese a sus limitaciones económicas, su difícil geografía y sus problemas estructurales, mantenía un sistema de inmunización robusto, funcional y sostenido por una red comunitaria activa que le permitió alcanzar la inmunización hasta del 95% de su población infantil y la erradicación de enfermedades como la poliomielitis y el sarampión.
“Pero esa imagen se ha desplomado con una velocidad alarmante. Solo en los primeros cinco meses de 2025, Honduras registra una de las peores cifras de vacunación infantil en al menos ocho años”, constató un equipo de investigación de Diario EL HERALDO. “La cobertura de la primera dosis de la vacuna antipoliomielítica inyectable (VPI) registraba 31% hasta mediados del año, mientras que la tercera dosis de la vacuna pentavalente apenas alcanzó el 34%. En promedio, ninguna de las seis vacunas fundamentales supera el 34% de cobertura nacional en los primeros cinco meses”.
Esta es una información que debe de llamar la atención inmediata de las autoridades sanitarias por la gravedad de la misma, ya que ellos mejor que nadie saben que la reducción de los índices de vacunación pone en grave riesgo la salud de nuestros niños y niñas ante brotes de enfermedades prevenibles como el sarampión, enfermedad que si bien ya fue erradicada, acecha nuevamente y solo las altas coberturas de vacunación pueden prevenir que un caso importado se convierta en un brote generalizado.
Las causas de la caída de la vacunación son múltiples, pero no desconocidas para la autoridad sanitaria, que requiere, sin duda, de una estrategia integral que asegure que llegarán a la población meta en tiempo y forma.