Editorial

Semana Mayor

Estos días sacros deben constituir ocasión propicia no solo para un merecido descanso en las cotidianas labores, sino también para aprovechar el tiempo libre de manera creativa, invirtiéndolo y enriqueciendo nuestra formación espiritual e intelectual mediante la meditación, la lectura y escritura, reflexionando respecto al significado, importancia y trascendencia de esta festividad religiosa cuando la cristiandad evoca los trascendentales acontecimientos que ocurrieron durante esos siete días, que se proyectaron de manera intemporal a diversos pueblos, naciones y continentes.

Sea que optemos por asistir a los actos litúrgicos o bien decidamos permanecer en nuestros hogares, debemos aprovechar esa pausa para evaluar nuestra trayectoria existencial al igual que los compromisos, obligaciones y deberes para con nuestras familias y con nosotros mismos.

Este alto en el cotidiano trajín no debe ser derrochado en acciones que después lamentaremos, poniendo en riesgo nuestra integridad física y emocional. Por el contrario, debemos aprovecharlo positiva y productivamente, mirando tanto de manera retrospectiva como futurística, evaluando nuestros comportamientos y las maneras en que podemos mejorarlos, en búsqueda de armonía y equilibrio interior, con propósitos definidos de paz y armonía.

El permanecer en nuestros hogares durante esta temporada permite la garantía de tener seguridad en nuestras vidas y bienes, al resguardo de la violencia, sin sobresaltos ni preocupaciones.

Hagamos pues una pausa ahora que se inicia el cuarto mes del año, aprovechándola inteligentemente, planificando lo que haremos al retornar a nuestras cotidianas ocupaciones, recuperando energías para retomarlas con renovado dinamismo, con las modificaciones conductuales que adoptaremos. Todo sea por el bien de nosotros, nuestros seres queridos y el prójimo.