Una vez más, las lluvias dejan al descubierto la vulnerabilidad de la capital hondureña, lo mucho que falta por hacer y lo poco que se ha hecho para minimizar el impacto que estos fenómenos naturales nos dejan año con año.
Como era de esperarse, las copiosas lluvias que en las últimas horas cayeron en la ciudad provocaron el crecimiento de las aguas de ríos y quebradas, inundaciones en calles, avenidas y viviendas, provocaron deslizamientos, caídas de árboles y cortes de energía eléctrica.
Pero en esta ocasión no todo fue malo. Vale resaltar la obra realizada por la actual administración municipal en el sector del barrio Los Jucos, en el centro de la ciudad, con apoyo financiero del Banco de Desarrollo de Alemania (KfW) a un costo de 65 millones de lempiras. Por primera vez en décadas, las aguas de la quebrada La Orejona no inundaron el sector. Un ejemplo de que cuando las obras públicas se hacen bien, funcionan, pues esta no es la primera inversión que se hacía en el sitio.
Tegucigalpa es una de las regiones del país más vulnerables a fenómenos naturales. Se estima que el 65% del Distrito Central está expuesto a riesgos naturales y que unas 700,000 personas viven actualmente en zonas de alto riesgo.
Pero otros factores como el crecimiento urbano desordenado, las condiciones de pobreza y pobreza extrema en la que viven miles de sus habitantes en cerros y laderas, la escasa educación ambiental, incrementan los grados de vulnerabilidad de la ciudad.
Se requiere, sin duda, de planes de urbanismo, campañas educativas, construcción de obras de mitigación, entre muchos otros proyectos y programas para minimizar los riesgos de vivir en una región altamente vulnerable a fenómenos naturales y el cambio climático, con el objetivo principal de salvaguardar la vida y los bienes personales.