El Consejo Nacional Electoral (CNE) ha cumplido con la emisión -en tiempo y forma- de la declaratoria de las elecciones generales del pasado 30 de noviembre.
No ha sido un camino fácil, principalmente para las consejeras Ana Paola Hall, presidenta del organismo, y Cossette López, vocal, quienes han tenido que sortear infinidad de obstáculos para cumplir con el mandato de ley y la voluntad de los electores hondureños que de manera masiva y pacífica -ante la mirada de centenares de observadores nacionales e internacionales- acudieron a las urnas para elegir a sus nuevas autoridades y dejar sentado su respaldo a la democracia.
El de la tarde de ayer, y que no pocos quisieron boicotear, fue el acto jurídico más importante de todo el proceso electoral dado que oficializó a las nuevas autoridades gubernamentales para el próximo cuatrienio, y puso fin a un largo e intenso proceso de incertidumbre impulsado desde el partido oficialista Libre, que sigue desconociendo los resultados de una elección en la que solo obtuvieron un 19% del voto, que les alcanzó para un lejano -de sus más cercanos contendores- tercer lugar.
Es desafortunado que el proceso electoral haya sido atacado desde la misma institucionalidad del CNE y del Congreso Nacional, desconociendo, precisamente, el mandato del electorado en las urnas, y que hasta los últimos momentos hicieran uso de sus artimañas para desconocer y desacreditar el proceso electoral.
A las puertas de un nuevo año, Honduras entera espera que la transición del poder se realice sin alteraciones, que los perdedores pasen a la oposición a jugar el papel que les compete, de ser el contrapeso para evitar los abusos del poder, la corrupción, exigir transparencia, a proponer las soluciones a los graves problemas que frenan el desarrollo del país.