Mañana, sábado, se realizará la Caminata de Oración por Honduras. Miles de compatriotas, en diversas ciudades del país y de los Estados Unidos, en una concertación ecuménica de ciudadanos y ciudadanas creyentes de las Iglesias Católica y Evangélica, orarán por la paz y la concordia, de manera pacífica y cívica, rogando al Creador del Universo por un reencuentro y una reconciliación de todas y todos los que habitamos esta patria querida, sea que residamos dentro o fuera de sus límites territoriales.
Pese a amenazas de violencia, la excitativa cardenalicia es a no tener miedo e incorporarse masivamente a manifestar con su presencia el anhelo colectivo por un reencuentro armonioso que redunde en beneficio de nuestra nación, su presente y su futuro, hoy inmersos en la incertidumbre y el temor.
Se ha recomendado con antelación que no deben portarse pendones partidarios, que la única bandera que flamee sea la azul y blanca con las cinco estrellas. Igualmente, que nadie, sin excepción, emita voces altisonantes, de naturaleza política, lo que desnaturalizaría el propósito y la intención de la convocatoria.
Si acaso se detectan infiltrados que pretendan sabotear la concentración, deben ser identificados pero en ningún momento responder a las provocaciones con agresiones, ni verbales ni físicas.
Debe prevalecer la disciplina, individual y colectiva. El pacifismo, la no violencia, garantizan el éxito de cualesquier marcha masiva. Para ello, debe contarse con encargados de la disciplina a lo largo del trayecto, con previa experiencia en el manejo y control de multitudes. Sin duda será un día histórico, una lección ejemplar de manifestarse públicamente de manera armoniosa y pacífica, en una lección de aprendizaje de que es posible superar la actual polarización y confrontación en las que todas y todos salimos perdiendo por igual, sin que nadie pueda proclamarse triunfador.