El Séptimo Informe del Programa Estado de la Región 2025, producto de investigaciones cualitativas y cuantitativas por expertos en distintas áreas, ofrece escenarios por demás preocupantes, que constituyen un aldabonazo para todos y todas, desde los forjadores de políticas públicas hasta nosotros, comunicadores y ciudadanos.
Sus hallazgos y diagnósticos principales: en las últimas tres décadas se profundizaron las brechas de desarrollo; el manejo de la pospandemia está erosionando capacidades para el desarrollo humano sostenible y la integración regional; la región atraviesa la peor y más peligrosa situación política desde la época de los conflictos militares; la intensificación de los conflictos geopolíticos globales agrava tensiones dentro de la región; la “diáspora interna” reduce aún más la capacidad para atender desafíos estratégicos.
La segunda parte de este especialmente valioso y relevante documento analiza los panoramas ambientales en que persisten patrones insostenibles que perpetúan el déficit ecológico, pocos avances en la transformación de la matriz energética, territorios urbanos degradados agudizando riesgo y vulnerabilidad, entre muchos otros aspectos de alta importancia.
Nuestros políticos, hoy prometiendo cielos y tierras, deberían hacer una pausa en su campaña electoral, estudiar con detenimiento y reflexión estos particularmente valiosos análisis, poner los pies en la tierra, autoanalizarse y, ojalá, rectificar discursos vacíos y demagógicos que incitan al divisionismo antes que a la unidad nacional, a efecto de desistir, de una vez por todas, de continuar exacerbando tensiones y conflictos que requieren de estudio y atención inmediata y colectiva, en pro del bien común de esta y las siguientes generaciones