Las autoridades sanitarias hondureñas han advertido que miles de niños y niñas en todo el país están a expensas de enfermedades prevenibles por la negligencia de sus padres o responsables, que, por diversas razones, no los vacunan.
Las alertas se incrementan en momentos en los que se reportan casos de enfermedades que hasta hace unos años estaban controladas en el territorio nacional, como la tosferina en el territorio nacional, y el sarampión en varios países del continente, que nuevamente amenazan la salud de los hondureños.
Las tasas de vacunación en Honduras cayeron en los últimos años, a pesar de haber sido uno de los países del continente americano con las mejores tasas de inmunización, lo que creó una inmunidad comunitaria que impidió la circulación de virus como el de la poliomielitis y un estricto programa de vigilancia epidemiológica que permitió identificar y dar seguimiento a casos sospechosos y tomar medidas rápidamente.
Hoy en día se hacen esfuerzos para elevar las tasas de vacunación, pero, desgraciadamente, el personal de salud se encuentra con la barrera de la negativa de muchos padres de familia que se niegan a vacunar a sus niños.
Son plausibles las iniciativas que impulsan los centros de salud del departamento de Cortés de solicitar a los padres y o adultos responsables el carnet de vacunación cuando lleguen en busca de asistencia médica. En este punto es importante aclarar que no le negarán en ningún momento la asistencia médica solicitada, pero sí que darán seguimiento a cada caso.
Reiterar que las vacunas no matan, que son esperanza de vida, es sin duda una tarea que tenemos que realizar a diario; así como expandir el mensaje de que las vacunas son esenciales para la prevención de enfermedades infecciosas y que su impacto positivo va más allá de la protección personal, que impacta en la sociedad
