Sectarismo, la enfermedad de los políticos

"El sectarismo, originado en latín "sectarius", es fanatismo y división que históricamente ha causado violencia y atraso social, especialmente en la política hondureña actual"

  • Actualizado: 17 de junio de 2025 a las 00:00

El término sectarismo proviene de latín “sectarius” que significa seguidor o partidario. El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua lo define como fanatismo en la defensa de una idea o una ideología.

En los albores de la era cristiana, el término se utilizaba para señalar grupos o personas que se apartaban de las enseñanzas de la Iglesia, por lo que adquirió un significado negativo, asociándose con la idea de herejía.

A lo largo de la historia, el término ha sido utilizado también en el contexto político y social para describir grupos que mantienen prácticas que son percibidas como extremas o divergentes respecto a las normas predominantes.

El término ha evolucionado a través de los tiempos especialmente en los ámbitos religioso, social y político. En la era moderna, el término sectario obtuvo un matiz peyorativo, refiriéndose a aquellos que no toleran otros pensamientos y posiciones políticas y sociales distintas.

La historia nos cuenta que grandes hombres y mujeres fueron víctimas del sectarismo religioso y político como los científicos Hipatia de Alejandría (415 d.C.), Giordano Bruno (1548-1600), Galileo Galilei (1564-1642); los poetas Federico García Lorca (1898-1936) y Roque Dalton (1935-1975); los políticos León Trotsky (1879-1940) e Indira Gandhi (1917-1984).

El sectarismo en nuestros políticos no es nuevo; ha sido motivado por el fanatismo partidario alrededor de individuos y ambiciones de poder más que por ideología. Por muchas décadas los hondureños se mataban en salvajes guerras civiles, factor que contribuyó entre otros al atraso que en muchos aspectos padece hoy nuestro país.

La incultura e inmadurez de la clase política hondureña es “caldo de cultivo” para exacerbar el sectarismo no solo entre partidos políticos, también en su interior, lo que contribuye al marginamiento, al silenciamiento de la autocrítica y a las divisiones partidarias.

Después del golpe de Estado del año 2009 que terminó con el bipartidismo y abrió la puerta al multipartidismo, el sectarismo adquirió beligerancia entre las huestes de los partidos políticos predominantes y ha venido a sustituir al debate científico y civilizado que debería sustentar las distintas visiones del desarrollo de Honduras. Los políticos no discuten con argumentos sólidos y si por casualidad lo hacen ahogan aquellos en la diatriba y en el grito descalificador; con ello polarizan a sus seguidores y a la población general.

El sectarismo lleva a la ira que se traduce en violencia verbal, irrespeto y como lo vimos recientemente en el Poder Legislativo, en agresión física.

Próximos a unas elecciones generales y con una campaña electoral en desarrollo, toca a las organizaciones sociales y medios de comunicación moderar a los políticos promoviendo el debate de ideas, plasmadas en planes de trabajo y sus metodologías de implementación para mejorar la vida de los hondureños en el próximo cuatrienio; ello contribuiría a sosegar las conductas y el lenguaje agresivo tanto de los líderes como de las bases partidarias y favorecer una evolución racional, pacífica y ecuménica de la campaña.

Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias