El Consejo Nacional Electoral ha convocado a elecciones generales para el próximo noviembre, lo que inicia la carrera por ganar las elecciones. Numerosos partidos entran a la contienda, pero solo tres tienen posibilidades reales de acceder al poder. Las convenciones partidarias han sido el impulso inicial de las respectivas campañas, por cierto, con poco o ningún contenido propositivo y más cargado de euforizantes emociones, con los consabidos ataques descalificadores y difamadores.
El Partido Liberal, que tradicionalmente manejó el mensaje progresista y la obra constructiva del Estado reformista con figuras legendarias como Ramón Villeda Morales, Carlos Roberto Reina y Carlos Flores, ha fallado en presentar en su convención una minuta doctrinaria de liberalismo renovado, con planteamientos estructurales de cambio, muy necesario en la actual era mundial de revolución tecnológica solo comparable a la industrial del siglo XVIII.
La renovación era imperativa después que tal partido violentó sus principios al propiciar un golpe de Estado contra sí mismo, hecho insólito, que provocó su ruptura en el 2009. Tocaba más bien no simplemente darle título a una convención, sino emular, el ejemplo y el pensamiento del prócer Francisco Morazán, revolucionario anticolonialista que trajo las ideas frescas de la ilustración, para fortalecer la independencia y la República; por ello lo asesinaron los conservadores. Todo indica que la razón y la dialéctica en el actual Partido Liberal sobran y que se impondrá la visión personalista de su candidato, un conspicuo personaje del entretenimiento deportivo, espectáculos comerciales y certámenes femeninos.
El Partido Nacional celebra su convención con un pesado lastre de doce años de gobiernos corruptos; con un candidato que ha llevado un bajo perfil político, con antecedentes de incansable trabajador, por lo que es más conocido y hasta elogiado por sus rivales más duros.
El nacionalismo también fracasó en plantear en su convención una limpieza moral más allá del discurso retórico y presentar nuevos cuadros humanos y propuestas que rompan definitivamente con la herencia nefasta que le dejó más de una década de administraciones deshonestas; con su líder máximo, extraditado y encarcelado por narcotráfico en los EE.UU.; de lo cual el actual candidato hizo caso omiso; incorporando a los sobrevivientes de esa facción partidaria para dar la impresión de unidad partidaria.
El nuevo partido Libertad y Refundación (Libre) surgió de la lucha popular, en medio de una feroz represión defendiendo la democracia violentada por el golpe de Estado del 2009, año en que el bipartidismo llega a su fin y el Partido Liberal sufre profunda ruptura ideológica con pérdida importante de base popular que emigró al nuevo partido.
Libre levanta banderas socialistas que en la realidad son más de un liberalismo social; no en vano muchos denominan a sus militantes como “liberales”. Arranca en esta nueva etapa con una mujer candidata, la segunda en la historia política de Honduras; con sólida formación profesional y una vasta experiencia en la administración pública; de pensamiento progresista, hábil en el debate, aún poco conocida tierra adentro; respaldada por la extensa obra social del actual gobierno.
La candidata de Libre tendrá que realizar una inteligente y estratégica campaña en toda la geografía nacional para empoderar a la población con su mensaje transformador.
Hasta ahora poco o nada se conoce de las propuestas de los partidos políticos mencionados, y lo esperable es que el debate interpartidario se dé alrededor de la visión de desarrollo de los competidores, dejando aparte los nauseosos ataques viscerales.