¿Proteccionismo o libre mercado?

El 2025 pasará a la historia como el año en que se detuvo el avance del liberalismo en la economía y se inicia una batalla por retomar el proteccionismo, ese que fue prácticamente erradicado en las últimas décadas del siglo XX.

  • 12 de septiembre de 2025 a las 13:10

Cuando parecía que el concepto de libre mercado se fortalecía en la mayor parte del globo, apareció Donad Trump con su frase "Make America Great Again" –Hagamos grande a Estados Unidos otra vez– y empezó a poner la economía mundial de cabeza, al retomar el proteccionismo como vehículo para reactivar su economía, muy a pesar de las críticas provocadas por la guerra comercial iniciada por medio de la manipulación de aranceles.

Las actitudes de Trump, por más que incomodan a muchos, no sorprenden. Sin embargo, recientemente se conoció la noticia de que la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, toma la misma senda de su vecino del norte y elevará también, de manera selectiva, los aranceles para algunos productos de China –principalmente automóviles–, y otros países asiáticos.

La presidenta mexicana justificó la medida con un argumento parecido al de Trump: los nuevos aranceles se enmarcan en su llamado “Plan México”, que vendría a ser el equivalente a lo que se quiere llevar a cabo desde la Casa Blanca. China, sin embargo, considera que Sheinbaum se ha sometido a la “coerción” de Estados Unidos.

Lo cierto es que la decisión mexicana se conoce una semana después de la visita del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio. Lo demás, queda para la imaginación de cada quien.

En Guatemala tuvimos a uno de los ideólogos más importantes del pensamiento liberal a nivel de América. Manuel F. Ayau fue el fundador de la Universidad Francisco Marroquín, reconocida internacionalmente por su ideología liberal. Entre sus posturas más firmes y críticas, señalaba que el proteccionismo “protege al ineficiente y castiga al mercado (consumidor)”.

El libre mercado –o comercio– se inició en el siglo XIX en Europa con un convenio entre Gran Bretaña y Francia, pero no es sino hasta el siglo XX cuando el concepto se fortalece y crece, para llegar con fuerza a otros mercados, como América, y ciertas regiones de Asia, principalmente Japón. La competencia provoca el crecimiento económico y es motor para la recuperación económica después de la Segunda Guerra Mundial.

En la región centroamericana y tuvimos dos tratados de libre comercio con Estados Unidos, el último de ellos, el DR-CAFTA, sumó a República Dominicana y tuvo efectos positivos en todas direcciones. En Europa es significativo el libre comercio –y libre tráfico de personas–, que ha generado un constante crecimiento de las economías del viejo continente.

En Asia, el RCEP —con 14 economías integradas— concentra alrededor de un tercio del PIB mundial y explica más del 40% del crecimiento global de la última década. Todo, porque se simplificaron las reglas para el comercio en vez de enredarlas en los macabros aranceles que encarecen y hacen escasos los productos de un mercado a otro.

Entrar en un mercado no es simplemente bajar los aranceles. Se exigen controles de calidad y el público debe ser quien se beneficie. No es la protección la que eleva calidad y baja los precios... todo lo contrario.

Ciertamente, el poder de Estados Unidos, con uno de los mayores mercados del mundo, es de suyo influyente. La respuesta de Sheinbaum, en la línea de Trump, le genera gran estabilidad en sus relaciones de “buena vecindad”. Lo mismo ha sucedido con temas como migrantes, narcotráfico y otros. Finalmente, la filosofía que dice “si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”, parece dictar las decisiones de la gobernante mexicana, siempre muy nacionalista.

Cuando solamente Trump libraba su guerra con aranceles, el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) –lo mismo que otros organismos– ya habían anticipado que la economía global sufriría una desaceleración este año y el próximo. Ahora, es posible que haya un contagio o reacción global, y que pronto veamos que el proteccionismo, y no el liberalismo económico, sea el que empiece a imponerse.

De Manuel Ayau encontré lo que podría llamarse “recordatorio útil” para esta coyuntura. En 1983, al explicar la ventaja comparativa entre liberalismo y proteccionismo, confesó haber sido “parte del lobby proteccionista” antes de comprender “el alto costo de restringir el comercio”, porque había aprendido a ver y medir los resultados.

También subrayó que los esfuerzos por “obstruir el comercio” terminan “aumentando la pobreza”. Contundente.

Estas ideas no son consignas ideológicas, son una especie de brújula de política pública. La protección temporal “puede tener sentido en industrias nacientes si es excepcional, transparente y con fecha de caducidad; de lo contrario, deriva en rentas, captura regulatoria y empresas que sobreviven no por competir, sino por traspasar costos al consumidor”, sentenciaba Ayau.

Trump y Sheinbaum apuestan al proteccionismo, pero tal vez el resultado no sea el que esperan y que “Make America Great Again” y el “Plan México” no promuevan crecimiento.

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