Al estar tan próximos a los comicios generales de 2025, si aspiramos a ser electores y no solo simples votantes, estamos obligados a discernir sobre las propuestas de planes de gobierno a los diferentes candidatos a cargos presidenciales, municipales y legislativos. No debemos seguir cometiendo errores al decidir a quién o quiénes elegimos. Gran parte del destino de nuestras comunidades y de la nación está ligado a la calidad de los gobernantes. Seguir votando a ciegas nos condena a que el país siga en la obscuridad. Parte de ese proceso de “éxodo” desde la obscuridad implica estar claros en que la democracia no es solo asistir a votar. La participación en democracia va mucho más allá del simple acto electoral. Los comicios son un momento decisivo, pero no es el único clave. Los que piensen así, están contribuyendo a que no exista democracia real.
Precisamente en esa línea de pensamiento, debemos interiorizar en que la democracia debe ser permanente, es decir, antes, durante y después de las elecciones. Precisamente en el antes, debemos exigir propuestas concretas y viables sobre lo que van a ser los que se postulan como candidatos a gobernar. Analizar la coherencia de lo que se propone. No dejarse llevar por propuestas “engañabobos”; cosas absurdas que parecen buenas pero que en el fondo pueden ser todo lo contrario.
Hay que retomar la visión de país, actualizando debidamente su contenido y garantizando la participación de los sectores representativos. La formulación, aprobación, ejecución y evaluación del Presupuesto de Ingresos y Egresos de la República debe estar transversalizada por la visión compartida o imagen objetivo del país. Es inaceptable que habiéndose instaurado una supuesta Secretaría de Planificación Estratégica con un gigantesco presupuesto, no haya habido en cuatro años una tan sola reunión de trabajo de diálogo nacional sobre la actualización y operatividad del Plan de Nación.
Sabido es que aún siendo un país pequeño con población en crecimiento más pausado, está sumergido en un ambiente de bastante polarización política, por lo que se requiere fomentar la tolerancia mediante el diálogo respetuoso que cumpla con lo señalado en la Constitución de la República en el sentido de alcanzar la integración que implica participación de todos los sectores en la administración pública.
Hablando del después de las elecciones, los electos en los cargos deben surgir de un escrutinio transparente y auditado que proporcione legitimidad de origen. Los ocupantes de los diferentes cargos deben despojarse de su visión sectaria y desempeñarse en beneficio de todo el país y de su comunidad. Cumplir con lo propuesto en sus planes u ofertas electorales, de ser necesario ajustándolos y adecuándolos a la realidad tomando en cuenta los puntos de vista de los demás sectores políticos. Tener presente desde el principio de la gestión que el tiempo vuela y que cada día, cada mes y cada año, debe ser aprovechados para avanzar. No se vale repetir el desastre que han dejado los últimos congresos legislativos. Ya se agotó la paciencia de la gente para seguir soportando gobiernos que reciben de sus antecesores desastres administrativos y que, al salir, entregan una situación igual o peor a sus sucesores.