Otra bestia...

"El asesinato continuo de palestinos se envuelve con justificaciones ideológicas falsas (destruir a Hamás, que ya está en las lonas)"

  • 08 de septiembre de 2025 a las 00:00

Par de libros en la Biblia hebrea (palabra que significa Libro) hablan del monstruo que, en duro sentido simbólico y metafórico, representa a naciones “opuestas a dios y su pueblo”. Son esos textos “Daniel” y “Revelación” (de Apocalipsis) en que los imperios antiguos son descritos cual horribles alimañas represoras de la comunidad judía. Ingresamos otra vez a la literatura política...

Leviatán y su disfraz de cocodrilo es al nivel más profundo la representación del diablo, ser este que los judíos errantes adoptaron de la cultura babilonia durante su cautiverio, ya que no fue ningún ser celeste que se lo educó; es invento pagano y por ende de la imaginación o, peor, del folclore. En “Apocalipsis” surge un dragón que es adversario maligno de su dios Jehová (la teología veda pronunciar su nombre Yahvé) lo cual es un concordante absurdo, pues un dios es un dios entero y completo o no es dios, jamás a medias con un rival que le pasa jodiendo la vida cada cuatro minutos de sufrimiento de la humanidad. Perdona si crees en estos efectos secundarios, pero la Biblia solo es un cuento, relato imaginario de un pueblo agobiado, nunca revelación.

Y entonces aparece en el siglo XXI una comunidad altamente desarrollada en lo técnico y armamentístico (dispone de ojivas nucleares) que se considera pueblo superior de dios y que por ende, a troche y moche, justifica cualquier animalidad que haga cual plan divino. La alta cámara gubernativa de Israel, que no su pueblo -dividido entre apoyar o no el genocidio contra la nación palestina- está quedando en la memoria como su némesis o contrario, aquello que más odiaba, el nazismo, que le mató dos millones de ciudadanos en un holocausto que, precisamente, está repitiendo y que va a pasar, sin duda, a los anales más vergonzosos de la biografía del hombre y que despertará, quien duda, venganzas terribles.

Pues la matanza generalizada que el pueblo y Estado de Israel ejecutan en Gaza es atroz, genocidio justificado y simulado por la hipocresía de las naciones desarrolladas (Europa y Estados Unidos) o por fascistas de pútrida mente. El asesinato continuo de palestinos se envuelve con justificaciones ideológicas falsas (destruir a Hamás, que ya está en las lonas) y que esconden el sustento del crimen: nazismo, racismo y, más grave, robo, pues la primera y definitiva pretensión es y fue siempre quedarse con el territorio palestino para edificar allí residenciales judías y negocios de turismo (Gaza es mediterráneo sitio bello) en que invertirán sus capitales empresas hebreas turísticas y bancarias, así como Donald Trump.

Crimen es la palabra justa. Genocidio es su calificación de ilegalidad humanista. Asesinato es su definición moral. Robo de bienes y propiedades es su causa de mérito punitivo. Destrucción de un pueblo es el marco guerrero injustificable. Y crueldad intensa, máxima, inhumana y horrorosa, lo que incluye matar mujeres, niños y ancianos (no guerreros) es la letra con que ya escribe la historia, para siempre, tanta vergüenza y tanta destrucción gratuita.

Transité Israel de costa a costa en 2008 y admiré la creatividad de su pueblo, si bien conocía desde antaño lo vil que es el sionismo. Hoy no puedo, sino sentirme humillado de que el humano sea tan bestial.

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