El 10 de diciembre de 1986 murió Alfredo Nobel, quien un año antes había escrito su testamento para dejar toda su fortuna a la creación de un premio que fuera un incentivo para la justicia global y la reducción de la violencia humana, en todas sus dimensiones. Es así como nacen los Premios Nobel que entrega anualmente la fundación que lleva su nombre.
Repasando el listado de grandes latinoamericanos que han recibido el Nobel de Literatura y Nobel de la Paz, podemos ver que se ha cumplido con aquella finalidad de su creador. Desde Gabriela Mistral (Literatura, Chile 1945), hasta María Corina Machado (Paz, Venezuela 2025), tienen un hilo conductor que confirma que los grandes personajes que lo han recibido se convierten líderes y voceros de los anhelos de nuestros pueblos.
Primero llegaron los Nobel de Literatura y la lista es larga: Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1967); Pablo Neruda (Chile, 1971); Gabriel García Márquez (Colombia 1982); Octavio Paz (México, 1990); Mario Vargas Llosa (Perú, 2010). Curiosamente, todos ellos utilizaron sus obras y su reconocimiento para alzar la voz contra las dictaduras y la injusticia social. De una u otra manera se convirtieron en voces poderosas y conciencias criticas frente al poder establecido. Todos han pasado a formar parte de la historia de la América hispana.
Los Nobel de la Paz latinoamericanos llegaron por primera vez en 1980 para el argentino Adolfo Pérez Esquivel. Luego siguieron Oscar Arias (Costa Rica, 1987); Rigoberta Menchú Tum (Guatemala 1992); Juan Manuel Santos (Colombia, 2016); y ahora María Corina Machado. El común denominador de estos premios es que se trata de activistas que han jugado papel importante en los conflictos internos en sus países o la región (centroamericana), en el caso de Arias.
Alcanzar una posición tan relevante como la que concede el Premio Nobel no ha impedido que algunos de ellos se hayan convertido en blancos de dictaduras o regímenes autoritarios. Pérez Esquivel fue preso político durante la dictadura argentina; Miguel Ángel Asturias sufrió persecución y un largo exilio; Pablo Neruda fue blanco de la dictadura de Augusto Pinochet que le obligó a salir al exilio luego de que su casa y obras fueran brutalmente saqueadas.
Ahora ha llegado el turno de María Corina Machado. Ella ya vive en la clandestinidad por su lucha permanente contra la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela. Ni siquiera logró estar a tiempo en Oslo para recibir el Premio, pero dio una muestra de coraje al mundo al viajar encubierta y presentarse para lanzar desde allá los primeros dardos y retos al régimen chavista. «No diré cuándo ni cómo se hará, pero haré todo lo posible para poder regresar y también para poner fin a esta tiranía muy pronto». Esta frase de Machado en Oslo demuestra que su situación no es cómoda que la persecución en su contra es permanente, pero también nos da una idea clara de su inclaudicable determinación de continuar en la lucha, denunciando la tiranía y llamando al pueblo a la resistencia pacífica pero firme.
Hasta antes del 10 de diciembre, Machado era una líder venezolana, fuerte e implacable, pero al mismo tiempo limitada en su capacidad de expresión. Ahora se ha convertido en una activista de dimensión internacional, que seguramente encontrará más apoyo a su causa en todas partes del mundo. Ahora es una especie de amplificador de la lucha contra los autoritarismos.
Posiblemente sus acciones estaban dirigidas antes únicamente contra Maduro y el chavismo –que lleva más de 25 años en el poder–, pero ahora sus palabras rebotarán contra cualquier gobernante latinoamericano que quiera perpetuarse en el poder, léase Daniel Ortega, Nayib Bukele, Miguel Díaz Canel o cualquiera que surja en el futuro. Posiblemente sus acciones estaban dirigidas antes únicamente contra Maduro y el chavismo –que lleva más de 25 años en el poder–, pero ahora sus palabras rebotarán contra cualquier gobernante latinoamericano que quiera perpetuarse en el poder, léase Daniel Ortega, Nayib Bukele, Miguel Díaz Canel o cualquiera que surja en el futuro.
La voz de María Corina Machado se convierte ahora en un referente moral para su Venezuela y la región, como antes lo fueron las voces de Esquivel, Menchú y Arias. El premio no la convierte en “intocable” para el régimen de Maduro, pero si le concede una protección invaluable, porque tocarla a ella será sinónimo de agredir a todo aquel que desea libertad, justicia y democracia.
El presidente Nicolás Maduro no tiene solo la amenaza de Donald Trump enfrente. Ahora tiene algo mucho más poderoso, la solvencia moral y la dimensión creciente de María Corina Machado.
El chavismo ha demostrado que es capaz de soportar sanciones, presiones internacionales, aislamiento y fuerte oposición interna, pero ahora debe sumar a todo eso la fuerza que tiene la voz de la Premio Nobel de la Paz...