La insufrible espera de Gaza

Proponer dos Estados es lo mínimo como diplomacia, no cuesta nada. Pero, en la realidad, ninguno adopta posturas serias para terminar con la tragedia y la puntualidad de la muerte”

  • 10 de octubre de 2025 a las 00:00

En unos años, cuando el cine refleje las atrocidades que sacuden la devastada tierra de Gaza, la gente, mal y tarde, tomará conciencia de lo que hoy mira con indiferencia lejana. El asesinato masivo por ametrallamiento de miles de personas -muchísimos niños y mujeres- conmoverá y sacudirá a todos con lo que entonces será historia.

Como en todas las guerras, la manipulación informativa distorsiona los hechos para justificar la barbarie. El genocidio que Israel comete a diario contra la población palestina es un ejemplo cruel de falseamiento de las noticias. La desinformación se mezcla con la ignorancia -tan notoria en Honduras- y sirve para aceptar y hasta excusar el asesinato a balazos o por hambre.

Que Israel debía responder al ataque del grupo Hamás el 7 de octubre de 2023, no hay quien lo dude. Pero la desproporción en la reacción militar y el aprovechamiento para invadir el territorio tan anhelado son la condena mundial. El asesinato despiadado de miles de civiles, la destrucción total de las ciudades, el desplazamiento forzoso masivo y el hambre como arma de guerra nos revela una de las tragedias humanitarias más graves del siglo XXI ante nuestros ojos.

Todos los días asesinan personas en Gaza, de 20 en 20, de 100 en 100; mientras, en lujosos hoteles y salas de conferencias, los dirigentes de los países poderosos -para ganar titulares- desempolvan la todavía inútil solución de los “dos Estados”, sin llegar a nada, como un simple placebo que no cura la enfermedad, pero quiere hacer creer que sí.

Aquí es donde el sarcasmo se luce: proponer dos Estados es lo mínimo como diplomacia, no cuesta nada. Pero, en la realidad, ninguno adopta posturas serias para terminar con la tragedia y la puntualidad de la muerte: no hay sanciones ni embargos, tampoco presión para que el ejército de ocupación israelí cese los ataques o que paren la expansión de los asentamientos que le roban tierra a los palestinos.

En todo caso, ¿qué dos Estados pretenden? Uno con soberanía plena, poderoso ejército con armas nucleares y sofisticados sistema de misiles, modernización del país, desarrollo promovido por Occidente; y otro como un territorio sitiado, excluido de programas de crecimiento y administrado por fuerzas extranjeras, atado, siervo, dependiente.

Ahora aparece Donald Trump -presidente del país que arma a Israel- y propone, amenazante, un plan de paz en Gaza, para ganar puntos en su pública aspiración al premio Nobel. Se enteró de que cuatro mandatarios coterráneos lo han ganado y sólo uno republicano: Theodore Roosevelt, en 1906; luego los demócratas Woodrow Wilson, en 1919; Jimmy Carter (ya no en funciones), en 2002; y Barack Obama, en 2009.

Los primeros acuerdos de un intento de paz han conmocionado al mundo y muchos contienen la respiración. Por supuesto, cualquier esfuerzo es bueno. El asunto es cuánto más puede aguantar Gaza esperando

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