La destrucción del sector secundario

Vea usted la contradicción: el gobierno le regala bonos al sector primario para “producir más”, pero a su vez ataca al sector secundario para destruirlo

  • Actualizado: 11 de septiembre de 2025 a las 00:00

“En cuanto que es una organización criminal, cuyas rentas e ingresos proceden de impuestos delictivos, el Estado no puede poseer ningún justo derecho de propiedad”: (Murray Rothbard, economista, historiador y teórico político estadounidense. 1926-1995).

El ya casi fenecido gobierno del Partido Libre ha mantenido una constante hostilidad con el sector secundario de la economía del país, típico de regímenes de izquierda y para quienes la polución nocturna sería tener el control de todos los medios de producción, bajo una economía planificada y colectiva y no bajo la propiedad privada.

Un ejemplo clásico local es la ENEE, un cadáver putrefacto al que tratan de vestir elegantemente y perfumar con “proyectos”, para presentarlo al adolorido y asqueado usuario como “la empresa estatal” por excelencia. Se resisten a que entren en juego otros actores con mayor capacidad e innovación. Para citar un ejemplo, solo en el estado de Texas existe una oferta basada en más de 100 compañías eléctricas que ofrecen precios competitivos. Ahí nunca se va la energía ni anuncian constantes “cortes”. Compare usted.

Esta hostilidad contra el sector secundario se ha alargado por 44 meses, acusando a familias, grupos, “capitalistas salvajes”, oligarcas y dictadores de ser los culpables de las desgracias del país, de ser explotadores, fascistas, evasores y muchos otros calificativos, pero se jactan de las recaudaciones fiscales en constante aumento, mientras buscan otras maneras de seguir expoliando mediante el crimen de los impuestos.

Lo que es cierto es que solo el sector secundario aporta el 22.2% del PIB nacional, a través de las industrias manufactureras tradicionales, de transformación, energía, construcción y la maquila, entre otros. Atacar al sector secundario significa poner en riesgo la seguridad alimentaria, la generación de empleos, la transformación de materias primas en bienes de consumo y la seguridad jurídica.

Vea usted la contradicción: el gobierno le regala bonos al sector primario para “producir más”, pero a su vez ataca al sector secundario para destruirlo. Entonces, los primeros no tendrán a quien venderle su producción y sería como retroceder a una economía agrícola feudal de subsistencia. Así no funciona una economía saludable. Ambos sectores son complementarios y tienen un papel importantísimo en la economía del país, confrontarlos es una estupidez.

El Estado, en su relación con el sector secundario, tiene como función establecer un marco legal sólido y garantizar la estabilidad necesaria para su desarrollo. También le corresponde regular y supervisar los mercados y asegurar la prestación de servicios de calidad. Además, interviene cuando se presentan fallas de mercado o se requiere impulsar sectores estratégicos. Todo esto se enmarca en una relación de interdependencia y cooperación mutua.

Pero, al contrario, el Estado padece de una profunda envidia contra aquellos que generan riqueza, trabajo y progreso. Los ataca de manera constante y se comporta como la organización criminal que citó el señor Rothbard, dejando al descubierto sus verdaderas intenciones. Pero, por ese mismo carácter criminal y corrupto no podrán tener lo que se obtiene por la vía del trabajo, el esfuerzo y la fe. El 30 de noviembre pasarán a la historia con pena y sin gloria.

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