Si una crisis en una organización social se puede definir como pérdida de capacidad de defensa de los intereses de sus agremiados, disminución del número de sus miembros y poca capacidad de convocatoria; entonces se puede decir que el sindicalismo hondureño atraviesa por una situación de crisis.
La negociación colectiva, que históricamente ha sido un instrumento de mejora salarial y de condiciones de trabajo, salvo el caso del Stibys, que recientemente, ejerciendo presión, logró negociar con éxito un contrato colectivo y en algunos sindicatos del sector público, especialmente en instituciones autónomas como es el caso del Sitraunah, donde la negociación colectiva se mantiene activa y en los sindicatos de las maquilas que han logrado un salario por encima del aprobado por el gobierno; en el resto de los sindicatos, las negociaciones colectivas están en pausa. El debilitamiento de los sindicatos también se refleja en la defensa que se hace de los contratos ya firmados, hay denuncias donde en el sector privado y en el Estado con frecuencia violan lo pactado, sin que haya respuesta por parte de la organización sindical.
Las organizaciones activas, con juntas directivas electas periódicamente, que convocan a asambleas a sus miembros y que mantienen la representación legal de los trabajadores, muestran un deterioro, tanto que, en la Secretaría de Trabajo apenas se guarda un registro de estos. Esta situación tiene diferentes causas, entre las que se puede mencionar el cierre de empresas del sector privado y reestructuración de algunas secretarías de Estado y de instituciones autónomas. Tal es el caso del otrora combativo sindicato del SANAA, que ha desaparecido como resultado del traslado de los servicios que esta institución venía proporcionando y que ahora han pasado a la Alcaldía de Tegucigalpa.
Lo que pasa en el sindicalismo hondureño está muy ligado al abandono paulatino de algunos principios que por mucho tiempo se habían mantenido, principios como la independencia frente a los partidos políticos, de la patronal y el Estado, han desaparecido. Desde hace unas tres décadas, los partidos políticos con mayor presencia en el país encontraron en algunos líderes sindicales la posibilidad de potenciar su capacidad electoral, de esa manera reclutaron para los puestos de elección líderes sindicales, eso hizo perder credibilidad de los dirigentes ante sus bases, considerando que los sindicatos son frentes de lucha integrados por miembros de diferente militancia partidaria. La falta de democracia interna, la corrupción y la ausencia de promoción de nuevos cuadros directivos, han sido factores que han dañado la existencia de un sector de la sociedad hondureña que en el pasado tenía una vida muy activa y su presencia no solo era importante para los trabajadores, sino para la sociedad en general. Su opinión era escuchada en temas importantes de la vida política y social del país.
Todo lo anterior podría superarse, pero, lo más grave y que tiene un origen estructural han sido los acuerdos con los organismos financieros de crédito, como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Desde la aplicación de las llamadas políticas de ajuste económico, donde el Estado perdió muchas funciones, con un programa de devaluación de la moneda, estancamiento de los salarios y reducción del gasto público, con la idea de volver competitiva la economía, las condiciones de vida de los trabajadores cambiaron de forma dramática, sin que los sindicatos tuvieran la capacidad de enfrentar esos problemas.
En Honduras, se celebra este 1 de mayo el Día Internacional de los Trabajadores en condiciones difíciles. Internamente el desempleo, el constante aumento de los precios de la canasta básica, los salarios de baja remuneración, la inseguridad y los servicios públicos como la salud, no dan muestras de mejora. A esto hay que agregarle las amenazas y el peligro externo que representa el presidente D. Trump y un grupo de súper ricos de los Estados Unidos que tratan de imponer un nuevo orden económico, lo que está generando mucha incertidumbre y malestar en el mundo.
