Comprometido a una conferencia sobre historia nacional, por ser materia ajena a mi profesión estudié el tema por semanas en libros y enciclopedias. Excepto que algo no calzaba en mi comprensión, página tras páginas, como quien tiene al alcance la joya predilecta y no la ve. Si bien de pronto quedé horrorizado pues los textos me exhibían un dato escalofriante: ¡durante el siglo XIX e inicios del XX Honduras tuvo más generales y coroneles de cerro que maestros!...Espanto, ofensa a mi ilusión cultural. Pero en efecto, desde las batallas libertarias emprendidas por Francisco Morazán el peso bélico había asentado su pata dura sobre la vida local. Obvio que existían maestros, abogados y sabios como Valle, excepto que el ojo de la historia los descomprendía. Y más tarde, desde 1870, el arte de la guerra se impuso sobre la paz.
En 1901 el doctor y ya general Tiburcio Carias Andino es nombrado director de la Escuela de Varones y profesor del Instituto El Porvenir; “Alvaradito” (general Ernesto Alvarado), militar de academia graduado en San Salvador y luego abogado, abandona en 1919 su finca en Pimienta y se une a la revolución liberal de Membreño; el general Manuel Bonilla fue líder de varios movimientos, vicepresidente y ministro de guerra de Policarpo Bonilla, además de jefe de Estado, creando en 1902 el Partido Nacional; el general Luis Mejía Moreno se unió a Policarpo para derrocar a Domingo Vásquez (1894) y luego siguió a Manuel Bonilla. En 1903 terció con el levantamiento de Dávila.
En 1919 fue parte de la revuelta de López Gutiérrez, en 1922 defendió al gobierno contra los generales Gregorio Ferrera y Francisco Martínez. En 1931 sostuvo a Vicente Mejía Colindres contra otra revuelta que hizo Ferrera a dicho gobierno; Santiago Nolasco, yoreño del Partido Nacional, participó en levantamientos armados en 1911, 1919, 1924 y 1932; el general Ferrera se rebeló en 1919 en La Esperanza junto a Vicente Tosta y tras el triunfo administró la aduana de La Ceiba y posterior se lanzó contra su mismo gobierno, siendo derrotado en Marcala.El general José María Reina luchó contra el gobierno del doctor Francisco Bertrand en 1919 y tomó Santa Rosa.
Combatió contra el coronel mexicano Teófilo Castillo en Santa Bárbara, de donde partió a San Pedro Sula; Tosta, siendo alférez, fue nombrado (1918) Mayor de la Plaza de la Esperanza y en 1919 al oponerse a la imposición del doctor Soriano fue destituido y puesto en cárcel. Lo liberó un levantamiento que lo tituló coronel al marchar a Santa Rosa de Copán. (Argueta, Mario. “Tiburcio Carías: Anatomía de una época” (2008). Luque, (Chalo) Gonzalo. “Memorias de un soldado hondureño” (1978). M. Corrales. “Memoria gráfica de Honduras”).Cuando púber conocí a la temida coronela María Cárcamo, de quien era fama que peleaba como diestro soldado. En 1932 participó en prolongados combates y se dice que mientras disparaba su 45 gritaba vivas al Partido Nacional y al gobierno del general Carías.
Era sobria y digna pero de corto y fuerte carácter. Nadie abusaba en su estanco guarero de avenida Lempira. Cachureca honda, mi padre (coronel de cerro, nacionalista galvista) la respetaba y halagaba. Una vez me dio un beso en la mejilla, que arde como el de sus seguidores modernos. Murió sola