En momentos en que Washington parece una olla en ebullición, con la Casa Blanca librando batallas con la prensa, los demócratas, resoluciones judiciales adversas, además de los fantasmas que la rondan, como el caso Epstein y las crisis internacionales de Venezuela, Ucrania y Gaza, de nuevo cobran relevancia los acosados migrantes indocumentados, tratados por la administración Trump como delincuentes indeseables.
En un pronunciamiento poco usual, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) se pronunció para exigir un trato “humanitario” para los migrantes. Los líderes religiosos recuerdan que los migrantes “han contribuido inmensamente al bienestar de nuestro país”, y ahora sufren una persecución que, incluso, “divide familias” además de vivir en medio de un ambiente de terror y zozobra.
Dato interesante es que la aprobación de dicho pronunciamiento a mediados de este mes fue con una votación de 216 a favor, 5 en contra y 3 abstenciones, lo que muestra una unidad de criterio entre quienes dirigen la fe católica en Estados Unidos. Otro aspecto a destacar es que la USCCB utilizó lo que llama “Special Message” (Mensaje Especial), una figura extraordinaria que la Conferencia utiliza únicamente en situaciones de “gravedad moral y social”, lo que explica por qué, además de darlo a conocer a la prensa en general, los obispos utilizaron las redes sociales con breves testimoniales para divulgarlo.
Hay que reconocer que el peso del catolicismo en Estados Unidos no es tan significativo como en el resto de América, con apenas un 20%-25% de la población que practica esta religión, pero su voz refleja la preocupación existente sobre un tema que se ha mantenido latente en este primer año de Donald Trump en la Oficina Oval.
Al buscar si las distintas denominaciones evangélicas se han pronunciado pude comprobar que la National Association of Evangelicals (NAE), que agrupa a muchas denominaciones históricas, ha publicado varias declaraciones defendiendo la acogida de refugiados y criticando restricciones excesivas. En 2025, ante nuevas órdenes ejecutivas de Trump sobre refugiados e inmigración, destaca que existe una “responsabilidad moral” de recibir refugiados y mantener unidas a las familias. Aunque Trump no es un cristiano practicante, mantiene el apoyo de las iglesias evangélicas más conservadoras, las que guardan silencio sobre todo lo que pasa con los migrantes en aquel país.
En términos generales, la mayoría de los cristianos claman por un trato digno y porque se reconozca el aporte de los migrantes a la economía nacional. Cabe destacar que casi de similar manera, católicos y evangélicos reconocen que debe haber una reforma migratoria “profunda” o integral, esa misma que durante los gobiernos de Barck Obama y Joe Biden se prometió pero se postergó una y otra vez. Ahora, bajo los republicanos y la “tolerancia cero” de Trump, esta posibilidad ni siquiera se contempla. También hay que reconocer que las amenazas de Trump han sido vociferantes, pero menos efectivas en la práctica.
De acuerdo con las estadísticas de diferentes países con alto índice de migrantes indocumentados en EEUU –como son México, Guatemala, el Salvador, Honduras, Colombia, Perú, Venezuela y República dominicana, entre otros–, las deportaciones de la actual administración no alcanzan los niveles que registraron en las administraciones demócratas. Los obispos católicos y las denominaciones evangélicas activas en el tema destacan que “la dignidad humana y la seguridad nacional” no son valores en conflicto, mucho menos llegar a los extremos que han marcado los últimos diez meses, tiempo en el que se ha estigmatizado a los migrantes, particularmente a los hispanos, como la escoria que sale de nuestros países hacia el norte.
La realidad es muy distinta, entre los millones y millones de indocumentados hispanos, la inmensa mayoría son personas que llegan a trabajar, que se superan y que contribuyen con la economía y desarrollo de aquel país.
Muchas veces hacen el trabajo que los propios estadounidenses no quieren ni buscan, pero patronos y contratistas se benefician al obtener mano de obra calificada a menor costo. No podemos dejar pasar por alto que los migrantes envían un alto flujo de remesas a sus países de origen, al extremo que, en algunos casos, tienen más peso en el Producto Interno Bruto (PIB), que el de todas las exportaciones en su conjunto, como es el caso de mi país, Guatemala. Como bien dicen los obispos católicos, es lícito buscar la normalización de la migración, pero no se debe hacer por medio de la brutal represión y la falta de humanismo. Más bien hay que hacerlo con el reconocimiento por la labor que los migrantes llevan a cabo en beneficio de sus países... pero también de Estados Unidos.