Gracias y hasta pronto

Quisiera agradecer a los lectores y a las lectoras. Son, en definitiva, el sentido de estos espacios. Más de una persona me contactó para hacerme ver su punto de vista sobre algún hecho del cual opiné”

  • Actualizado: 30 de diciembre de 2025 a las 00:00

Hace nueve años, creo que se podría decir que son nueve años y medio, escribí por primera vez en este espacio. Se me presentaba en ese entonces como invitado. Años después, bautizaría a la columna con su nombre actual “Los puntos sobre las íes”, por aquello de que me dedico esencialmente a las palabras. Hoy, a la vez que concluye este 2025, escribo por última vez la columna. La decisión, que no ha sido fácil, llega después de pensarlo varias semanas, y se debe, esencialmente, a que necesito atención, tiempo y energía para otros proyectos de escritura.

Y no quiero dejar de escribir este espacio sin agradecer públicamente a este medio de comunicación, primero porque me abrió las puertas; y segundo porque he opinado con absoluta libertad, he desarrollado los temas y dado los puntos de vista que he querido, cualidad imprescindible en el ejercicio del periodismo de opinión.

También debo decir que, todo este tiempo, no se trató solamente de mis palabras, sino de la ilustración de los artículos, la elección de los destacados y la maquetación, así que también agradezco al equipo encargado de esos detalles. Quisiera agradecer a los lectores y a las lectoras. Son, en definitiva, el sentido de estos espacios. Más de una persona me contactó para hacerme ver su punto de vista sobre algún hecho del cual opiné. Algunas veces coincidimos, otras no. Fueron esos momentos los que me hicieron sentir la vitalidad de la columna como espacio de diálogo y de construcción del pensamiento.

Y por último, quiero agradecer a mi familia, especialmente a mi esposa, quien es muy generosa con el tiempo que le escamoteo a la convivencia familiar y le entrego a la creación, tanto de este género como de otros. Es además, mi primera lectora, no suelo enviar artículos sin que antes ella los escuche. Con ella también tengo algo que podríamos llamar un laboratorio de ideas, conversamos mucho y algunas veces de esa conversación surgen temas de los que luego quiero hablar.

Escribir semanalmente durante casi una década ha significado, entre otras cosas, sentarme a pensar (o caminar, según la ocasión) sobre aquello que realmente me interesa. Hay temas o historias que andan dando vueltas en mi cabeza durante meses, que no sé muy bien cómo expresarlos, y de pronto surge un título, un ejemplo o las ideas clave para poder escribir. Creo, por eso, que este ha sido un tiempo y un espacio de crecimiento.

Y quiero molestarlo, querido lector, por una última vez con algo en lo que he insistido a través de los años en mis artículos: pase todo por el tamiz de su pensamiento crítico. Decida qué opinar y no solo repita lo que otros dicen. Creo que eso es lo más valioso de estos espacios.

Se me quedan muchos temas en el tintero. Puede que en el futuro aparezca ocasionalmente por aquí, pero será así, ocasionalmente. Ahora que escribo estas palabras noto la mucha falta que me hará escribirlas, pero como dije, tengo otros proyectos y necesito ser coherente con esos objetivos. No podría escribir esta columna prestándole menos atención.

Por lo pronto, me despido e insisto en mi agradecimiento a todos y todas. Espero haberlo orientado, iluminado algún tema y haberle ayudado a poner, aunque sea mínimamente, los puntos sobre las íes. Hasta pronto

Josué R. Álvarez
Josué R. Álvarez
Escritor y docente

Autor de “Guillermo, el niño que hablaba con el mar”, “Instrucciones para un taxidermista” y “De la estirpe del cacao”. Ganador del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, el Concurso de Cuentos Cortos Inéditos “Rafael Heliodoro Valle” y el Premio Nacional de Poesía Los Confines.

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