Farándula legislativa

El encargado de la presidencia del Congreso jamás podrán resistir la prueba del ácido y estarán condenados a ser calificados como lo peor que le pudo haber pasado a ese Poder del Estado en todo un siglo

  • 21 de junio de 2025 a las 00:00

La Real Academia indica que “farándula” es aquello perteneciente a la industria del entretenimiento o del espectáculo, entre los cuales se encuentran los eventos deportivos (especialmente en Honduras), el teatro, cine, carnaval y el circo y que, a los actores, bailarines, cantantes, payasos y otros involucrados en esta actividad, se les define como “faranduleros”. Más adelante, el diccionario también indica, que algunos que andan en esa farándula se les identifica como charlatanes, embaucadores o trapaceros (astutos pero falsos y mentirosos).

El espectáculo entretiene a los espectadores y cuando su intención va orientada al entretenimiento familiar, se arropa con el manto del humor blanco. Un ejemplo de esto es el circo, las películas de muñequitos y los conciertos de música juvenil. Las tragedias suelen estar reservadas para el teatro y son aptas para adultos.

En nuestra Honduras, saturada de espectáculos políticos grotescos, ofensivos, destacan ciertas actuaciones de nuestro Congreso Nacional irreverente, cuya conducción ha roto todos los récords de irrespeto a la Constitución, las leyes y el reglamento interno. En su soberbia autocrática, esa conducción, ha colocado al pueblo al borde de la confrontación, destruyendo toda esperanza de alcanzar la armonía social requerida para el desarrollo humano de un pueblo noble que merece algo más.

Esta lamentable apreciación obviamente no aplica a aquel puñadito de hombres y mujeres, genuinos representantes del pueblo, que durante casi cuatro años han tenido que soportar la soberbia y la ignorancia crasa de esa mal habida conducción legislativa. Los actos cotidianos que ha realizado durante todas estas legislaturas el encargado de la presidencia del Congreso jamás podrán resistir la prueba del ácido y estarán condenados a ser calificados como lo peor que le pudo haber pasado a ese Poder del Estado en todo un siglo.

Las violaciones a los procedimientos parlamentarios elementales, el manoseo e interpretaciones antojadizas de la Constitución de la República, de las normas diplomáticas que rigen las relaciones entre los pueblos y gobiernos y las actitudes autocráticas ofensivas a la dignidad de cada uno de los parlamentarios de oposición, de la institucionalidad del Congreso y de la dignidad de un pueblo mal representado, son lamentablemente reprochables.

Los hondureños bien nacidos que durante tantos años hemos soñado con la creación de una nación pequeña pero altamente respetada por propios y extraños, hemos visto realizarse en las últimas cuatro décadas, aislados esfuerzos para lograr un mejoramiento en las condiciones políticas, económicas y sociales de este noble pueblo; sin embargo, con dolor en el alma, sentimos que la vida se nos escapa sin haber logrado llegar a esa Honduras anhelada. El atraso de nuestro país, en todos los campos del desarrollo humano no es culpa de extraños, ni de modelos económicos, ni de diez familias, ni por falta de recursos, ni por los destrozos de fenómenos naturales, es responsabilidad de los seudo líderes políticos que nos han mal gobernado. No le busquemos tres pies al gato.

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