Se ha dicho que en toda guerra la primera víctima es la verdad. Lo ideal sería que no hubiese guerras, pero eso implicaría un mundo en plena armonía entre las naciones, personas y entre estas y la naturaleza.
En una sociedad basada en intereses y en el afán de riqueza y poder, las guerras son inevitables. Con espanto y horror hemos visto el inicio de una confrontación bélica entre Israel e Irán.
Formalmente, la guerra la empezó Israel, haciendo uso de toda su maquinaria bélica. Fue un error de cálculo, pensó que con su acción acabaría por destruir la defensa del Estado persa, matándole a los principales líderes y familiares.
Al final, ante la respuesta de Irán, la Cúpula de Hierro, que Israel presumía como algo que detendría toda acción de sus adversarios, no ha tenido toda la eficacia para detener los misiles supersónicos iraníes.
Los aliados del Estado judío en Europa y Estados Unidos han dicho que lo actuado por los dirigentes israelíes es en defensa propia y, con un cierto cinismo, le han pedido a Irán que “actúe con moderación y prudencia” para no escalar la espiral de violencia.
Por lo general, en el inicio de una guerra se ocultan las verdaderas causas y se esgrimen otras para justificar las acciones. Desde la creación del Estado de Israel en 1948, tras el fin del mandato británico en la antigua Palestina, ya se escondía el interés que tenían las grandes potencias, especialmente Estados Unidos y el Reino Unido, de apuntalar en esa zona, por la riqueza que posee en recursos energéticos, un aliado que desestabilizara a algunos gobiernos árabes y así tener acceso a su riqueza.
Netanyahu, primer ministro israelí, ha dicho que atacó a Irán para prevenir un “holocausto nuclear”, sin embargo, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha declarado que no han podido verificar de manera concluyente si Irán ha podido desarrollar capacidad para construir una bomba atómica. Esto hace pensar en la explicación que dio Estados Unidos cuando invadió Irak, en el 2003.
La justificación que dieron a la opinión pública para la aventura militar fue la de aniquilar las armas de destrucción masiva que la inteligencia norteamericana había detectado en el país árabe. El arsenal de armas nunca fue encontrado.
Después se supo que los datos que se usaron para difundir esta teoría estuvieron basados en mentiras. Mientras tanto, en la guerra murieron unos 100 mil ciudadanos iraquíes, 5 mil estadounidenses y el costo económico se estima en más de un billón de dólares.
Los más afectados en la decisión de crear el Estado hebreo han sido los palestinos. Israel, más basado en la fuerza que le proporciona Estados Unidos y Europa y no en el derecho internacional, se ha ido apoderando de territorios palestinos, incluso de Jerusalén, que, de acuerdo con la resolución de la ONU en 1947, quedaba bajo una administración especial.
La guerra entre Israel e Irán debe cesar, eliminando las causas de las constantes tensiones, eso debe implicar la devolución a Palestina de todos los territorios ocupados ilegalmente y parar el genocidio en la Franja de Gaza.