Los impactos reiterados de corrupción e impunidad del actual gobierno de la presidenta Xiomara Castro han destruido la confianza ciudadana en las instituciones públicas y políticas. Estas prácticas son causales de la pérdida de la credibilidad en el mismo gobierno, en el Poder Judicial, en el Congreso Nacional, en los partidos políticos, en la institución electoral, en las Fuerzas Armadas, la Policía y en la empresa privada.
La corrupción ha deslegitimado el sistema político y las instituciones democráticas, debilitando los pilares de la democracia. Por ello, en las próximas elecciones primarias, la ciudadanía debe mostrarse vigilante y votar contra los candidatos corruptos, sin importar su partido. Evitar votar en plancha. Lo esencial es votar por personas de ficha limpia, porque se trata de seleccionar a posibles nuevas autoridades o gobernantes. Por lo tanto, estas personas deben ser honestas, responsables y capaces.
La corrupción electoral es una de las desafortunadas realidades que enfrenta el mundo cada vez que se está ante unos comicios, sin duda ha sido un malestar latente a lo largo de la historia de las sociedades democráticas.
El fraude electoral consiste en intervenir ilícitamente la votación para alterar resultados, ya sea aumentando votos de un candidato o disminuyendo los de otros. Ante esta amenaza, Honduras demanda comicios primarios libres y transparentes, con un Consejo Nacional Electoral (CNE) dotado de capacidad técnica y tecnológica, y un Tribunal de Justicia Electoral (TJE) ágil y confiable con capacidad de alzada para tratar conflictos.
El proceso electoral debe transcurrir sin irregularidades ni deficiencias, sin intrusiones humanas deliberadas en el sistema informático, sin la eliminación intencional de vestigios de rastros digitales. Además, las autoridades deben contar con herramientas para conocer el número de ocasiones en que el sistema fue vulnerado, revisar con detalle las valijas de votos abiertas o sin actas y evaluar la condición de las papeletas o de voto, entre otras.
Las elecciones primarias del 9 de marzo de 2025 y las generales en noviembre ocurrirán en un entorno de desconfianza. La mayoría desconfía de la clase política y se siente desesperanzada por el futuro.
En Honduras, la pobreza extrema, la ignorancia y la desigualdad facilitan la corrupción electoral, la cual refleja un problema de cultura política más que carencias legales. No obstante, la ciudadanía debe rechazar cualquier intento de soborno o fraude durante el proceso primario, dado que la corrupción es maligna y destructiva. En caso de ocurrir, quienes la promuevan deben enfrentar consecuencias administrativas y penales.
Finalmente, en el ámbito de la corrupción política, la corrupción electoral tergiversa la voluntad popular, daña derechos de precandidatos y de partidos políticos, y erosiona valores democráticos, generando crisis de legitimidad cuando se generaliza. Sin embargo, medidas como organismos electorales autónomos y un servicio civil basado en mérito pueden reducir este flagelo. El reto es erradicar la corrupción electoral. Queda planteado.
