El voto independiente salvará a Honduras

El voto independiente en Honduras, cercano al 40%, desafía a los caudillos tradicionales y puede decidir el futuro del país en las próximas elecciones

  • 08 de mayo de 2025 a las 00:00

En los últimos tres procesos electorales en Honduras se ha hecho evidente una verdad incómoda para los caudillos tradicionales: el voto duro ya no define al ganador. ¿La razón? Dos terremotos políticos: el fin del bipartidismo y los cambios demográficos que han sacudido la vieja lógica de las elecciones.

Para las próximas elecciones generales, se estima que el voto independiente representará al menos el 40% de los seis millones de hondureños habilitados para votar. Y no, no es cierto que este voto se reparte “equitativamente” entre los partidos mayoritarios.

El voto independiente no es un bloque uniforme, pero sí presenta ciertos rasgos comunes. Su perfil tiende a concentrarse en zonas urbanas, con mayor acceso a educación e información, y donde hay mucha juventud. Pero también se encuentra en sectores de la clase media, cansados de la corrupción y las mentiras. Por eso se sienten atraídos por figuras outsider y son mucho más propensos al voto de castigo.

No es que este segmento poblacional no tenga ideas políticas, sino que están hartos de “más de lo mismo”. Esto provoca que muchas campañas terminen reducidas a uno o dos temas cargados de emoción -como el famoso “Fuera JOH” en las elecciones pasadas del 2021- que capturan su indignación y canalizan su energía.

¿Qué los mueve? Esa es la pregunta del millón entre los estrategas de los partidos mayoritarios. Para responderla, seguramente traerán consultores políticos argentinos, colombianos, mexicanos, venezolanos y cubanos. Al final, algunas recetas buscarán conquistarlos, mientras que otras tratarán de desmotivarlos, intimidarlos o, en el mejor de los casos, neutralizarlos.

Lo cierto es que, en las últimas elecciones, el votante independiente ha mostrado una fuerte sensibilidad frente a la corrupción. No la tolera, no la justifica, y se moviliza contra las actitudes corruptas de quienes están en el poder. Por otro lado, el voto independiente no responde bien a campañas de miedo, ni a discursos de odio o la polarización derecha-izquierda.

De hecho, la incertidumbre sobre los resultados, la violencia política y el miedo, no solo son patologías electorales hondureñas, se han convertido en tácticas deliberadas para suprimir al voto independiente. Porque los caudillos en el poder saben que si este grupo sale a votar sin miedo y con un objetivo compartido, las tienen de perder.

Honduras nuevamente vive una oportunidad histórica de reconstruir su pertrecha democracia. Está claro que el futuro político ya no depende de estructuras partidarias ni de maquinarias clientelares.

Está en manos de una ciudadanía más crítica, más conectada, más escéptica... pero todavía esperanzada de que la democracia les va a responder. Por eso, el voto independiente no solo definirá una elección: salvará a Honduras, otra vez más. Esta vez espero que sea tomado en cuenta cuando se gobierne, porque la paciencia se está acabando.

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