Las generalizadas protestas acaecidas inicialmente en el condado de Los Ángeles, California -que abarca a 88 ciudades con 10 millones de habitantes-, y que se han extendido a otros centros urbanos de Estados Unidos, en protesta por los arrestos y expulsiones de personas, perfiladas por las autoridades migratorias como indocumentadas, aun si son residentes legales, separando a niños(as) de sus padres, constituyen un masivo acto de desobediencia civil ante las violaciones a los derechos humanos, incluyendo el debido proceso, la libertad de expresión, la dignidad humana y los estándares internacionales, tal como lo ha recordado nuestro gobierno, y ha contado con el respaldo solidario de ciudadanos(as) estadounidenses.
El despliegue de banderas en las marchas constituye una afirmación de orgullo en sus orígenes nacionales y un recordatorio de que no son apátridas, tampoco indeseables: con su prestación de labores de diverso tipo contribuyen a la economía estadounidense, aceptando trabajos de alto riesgo o inadecuadamente remunerados, en violación de la legislación que prohíbe la contratación de menores de edad, práctica violada por determinadas empresas, lo que ha causado accidentes y muertes.
Los Ángeles, San Francisco, Berkeley, condado de Alameda; condados de Baker y Clackamas, Oregon; Chicago, condado Cook, Illinois; East Haven, Hartford, Connecticut; Boston, Amherst, Massachusetts; New York, Albany, condado Franklin, New York; Baltimore, Maryland; Providence, Rhode Island; Burlington, Vermont, constituyen “ciudades santuarios”: se designan así por ofrecer un lugar relativamente seguro para los migrantes, similar a como las iglesias los brindaban en tiempos peligrosos, siendo jurisdicciones que adoptan políticas para limitar su cooperación con las agencias federales migratorias, con el propósito de proteger a los migrantes, especialmente aquellos sin status legal, de ser deportados.
El envío de la Guardia Nacional y Marines al condado de Los Ángeles y la posibilidad de ser despachados a otras ciudades ha militarizado la acción represiva, y tal decisión emanada de la Casa Blanca es interpretada como la búsqueda de chivo expiatorio para distraer la atención ciudadana de complejas problemáticas que aquejan a la superpotencia en materia social y económica.
El carácter selectivo en las deportaciones masivas revela el racismo ya que se da la bienvenida a migrantes caucásicos procedentes de Sudáfrica, supuestamente discriminados en su patria, y se expulsa a mestizos y negros de otras naciones. Se prohíbe el ingreso a nacionales de varios países, incluyendo a afganos que colaboraron con las fuerzas de ocupación estadounidenses cuando lo invadieron.
El tema migratorio adquiere cada vez mayor trascendencia en la política de Washington, con implicaciones para millones de seres que buscan huir de guerras, violencia, sequías, hambrunas, arriesgando sus vidas en sus desplazamientos para intentar llegar al Primer Mundo, en donde las puertas de acceso cada vez se encuentran herméticamente selladas, debiendo retornar a sus lugares de origen las y los sobrevivientes, sin haber logrado su propósito de encontrar oportunidades laborales en otras tierras, mares y cielos.