En Honduras, volverse político se ha convertido en uno de los negocios más rentables del siglo. Solo es de escuchar las tertulias en los pueblos: “¿Te acordás de julano, aquel chigüín de la María?, aquella doña que lavaba y planchaba ajeno. Te cuento, ahora es diputado y vieras ahora qué clases de casas tiene, fincas y carros de lujo”. Todo gracias al salario y al “tilín tilín” que recibe por aprobar leyes que favorezcan a los grupos de poder a quienes representa. Esa es la percepción popular del pueblo hondureño y no sin razón. Los políticos parecen legislar para sí mismos y sus partidos, no para el pueblo. Se otorgan inmunidad, asignan fondos para “obras sociales” que muchas veces terminan en sus bolsillos o fincas privadas. Es un sistema que premia la astucia sobre el servicio. Esta percepción explica por qué ser diputado al Congreso Nacional es tan atractivo. Incluso cuando “Juan Pueblo” los rechaza en las primarias, insisten en colarse en las generales. Hoy, ese dicho tan famoso en Honduras “cómo no chon, el pueblo no te dio petate y ahora querés colchón”, cobra vigencia plena. Hay algunos por ahí que el pueblo no les dio en las elecciones primarias ni el mínimo respaldo, pero aspiran al lujo del poder. Y aquí entra el artículo 115, numeral 10 de la ley electoral, que prohíbe a los partidos inscribir como candidatos a quienes participaron en primarias de otros partidos o en el mismo período electoral con otro o el mismo partido. El objetivo es claro: evitar que perdedores de internas o los que cambian partido a última hora puedan postularse en las elecciones generales, respetando así la voluntad de la militancia y promoviendo la estabilidad partidaria. La ley es clara, como el agua de los arroyos de las montañas de Honduras. En el mismo partido: si perdiste las primarias, no podés ser inscrito por ese partido en las elecciones generales. En otro partido: si participaste en primarias de uno y cambias a otro, no podés postularte en las generales. Simple. Pero en la práctica, se aplica selectivamente: para algunos sí, para otros no. ¿Por qué esta desigualdad? Si la ley es clara, debería ser “o todos en la cama o todos en el piso”. No hay espacio para interpretaciones convenientes. A esto se suma una triquiñuela ética cuestionable: diputados actuales que, al no “enchutar” a la presidencia, o en su departamento, buscan otro. Cambian de circunscripción como si nada, pese a que el pueblo jura no haberlos visto nunca en ese municipio. ¿Cómo lo logran? Con constancias vecinales extendidas por funcionarios que son complacientes o que reciben “tilín tilín” en las alcaldías. Es un engaño puro: candidatos y autoridades coludidas para inscribir a perdedores de internas, ignorando la ley. ¿Servicio público o vividores del poder? Basta ya de circo. Honduras necesita políticos que respeten la ley, no que la manipulen. Si “Juan Pueblo” dijo “no” en primarias, que se respete. De lo contrario, perpetuamos un sistema donde la política es negocio para unos pocos, y el pueblo paga la factura. Es hora de exigir equidad: ley para todos, sin excepciones. Ya basta, “Juan Pueblo” está cansado.
Chon, ¿ahora quieres colchón?
Es hora de exigir equidad: ley para todos, sin excepciones. Ya basta, “Juan Pueblo” está cansado
- 07 de octubre de 2025 a las 00:00
Te gustó este artículo, compártelo