“Si Dios no guía la nación no habrá paz; afortunada la nación que obedece la ley de Dios”, Proverbios 29:18 PTD.
El primer presidente de los Estados Unidos de América fue George Washington, este ilustre “padre de la patria” de la hoy nación más poderosa de la tierra con toda autoridad espiritual y moral, dijo: “es imposible gobernar una nación correctamente sin Dios y la Biblia”. No podemos tener una buena nación si damos la espalda a Dios.
Contrastando con lo anterior, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, juntamente con MEL Zelaya Rosales decidieron dar la espalda a Dios. En los inicios del período del gobierno presidencial convocaron brujos y hechiceros para invocar fuerzas espirituales del mal y hacer limpias, estableciendo el mismo mal en Casa Presidencial, lugar trascendente, donde se decide el destino de Honduras. La brujería, hechicería, idolatría y obras similares, son abominaciones a los ojos del Dios Todopoderoso.
Honduras, previo a las elecciones generales, está sumida en un caos estructural en su sistema democrático, no es obra de la casualidad, sino de decisiones y actitudes que se han acumulado y multiplicado a través de los gobiernos de José Manuel Zelaya Rosales (MEL), Juan Orlando Hernández (JOH) y de Xiomara Castro. No se trata de fallos aislados o crisis pasajeras, es el resultado de una causa primordial con muchas consecuencias íntimamente conectadas, que han conducido a la nación a convivir en una permanente y caótica crisis.
La causa primordial es la decisión de los gobernantes de dar la espalda a Dios. Cuando los gobernantes le dan la espalda a Dios, desestimando su autoridad y su soberanía, actuando sin el temor de Él, la maldad se multiplica, se desenfrena velozmente, tomando el control de la nación la corrupción moral de forma destructiva y sin límites.
Las consecuencias derivadas de gobernar sin Dios, de darle la espalda a Dios, se manifiestan en: fractura del Estado de derecho y la institucionalidad. Corrupción institucional. Alianza entre el narcotráfico y el poder gubernamental. Degradación social. Inseguridad jurídica y ciudadana. Migración. Elección equivocada y repetida de líderes.
Honduras vive las consecuencias de gobernar sin Dios; la fractura del Estado de derecho, la corrupción institucional y la alianza entre el narcotráfico y el poder del gobierno han convertido al Estado en instrumento de saqueo. La impunidad domina mientras el dinero sucio se infiltra en la política y la justicia, destruyendo la moral pública y degradando el tejido social. La inseguridad jurídica paraliza la inversión, la migración desintegra familias y la elección repetida de los mismos líderes perpetúa el caos. Un país sin justicia se hunde en su propia corrupción.
Finalmente, las amenazas de intimidación del gobierno melista de Xiomara Castro, no impedirán que los electores salgamos a votar y elegir masivamente, otorgando a LIBRE el voto de castigo. El melismo llegó a su fin. Queda planteado.