Columnistas

Con su vida personal, los ciudadanos son libres de hacer lo que prefieran, con su vida de servicio público, de ninguna manera. Tienen que actuar si o si, en el marco de la ley y de conformidad a las expectativas que generaron en campañas electorales, cuyo potencial cumplimiento les favoreció con los votos. Cuantas veces, en público y en privado sostuvimos que contrario a la idea generalizada, quien mandaría en esta administración de gobierno seria la Presidenta electa, no su consorte. La sabíamos integrante de una estirpe de mujeres fuertes. Como lo fueron su madre y abuela. Que no es confundir con ser caprichosas, malcriadas o arrogantes, que ni ellas ni ella misma lo han sido. Pero si, que consciente de toda la esperanza que genero y sobre todo de la responsabilidad histórica que se coloco en su haber, sabría corresponder. Hoy pasea por Nueva York. Segura, según su entorno, de que se lo merece. Pero quien conduce una nación no merece nada. Su único saldo es cumplir con su deber. Hasta ahora, esperamos rectifique pronto, la Presidenta Castro nos esta haciendo quedar mal a todas las mujeres. Por una pagaremos todas. Y nosotros, lo de menos: nuestras hijas y nietas. Las de ella y las nuestras. Cuanta insensibilidad. Los damnificados no pueden pasear ni en su bloque. Que falta de sentido de urgencia cruza la presidencial. Que asuman cuanto antes su compromiso patrio. No se trata de si el designado presidencial Nasralla, tiene o no, las competencias de las que hace alarde: es que es legal y legítimamente a él o a otro de los designados a quien le corresponde sustituir a la Presidenta, en su ausencia. Es la anti institucionalidad del asesor presidencial lo que nos ofende y nos daña. Encantador el asesor en su vena bohemia, cantando y bromeando, pero debe hacerse un lado y permitir gobernar a quienes fueron electos. Y nada tiene que ver ni la queja de uno ni el abuso de ellos, con ideología. Es asunto de Patria, el de nosotros y es asunto, si, de abuso, el de ellos.