A la cita

Más grave, no hay propuestas serias y la campaña fue lluvia de insultos, identificando así la baja calidad humana y argumental
de la mayoría de nuestros políticos”

  • Actualizado: 24 de noviembre de 2025 a las 00:00

Uno se arregla, acicala y pinta; arriba quizás el destino. Vamos a encontrar el enigma, flaco o hermoso, y la vida va a alegrarse o arrepentirse de la decisión, tales son siempre notas de la mente y el alma.

Como de la misma manera sucede cuando enfrentamos el reto político: ¿haré bien, escogeré bien, tengo la capacidad de adivinar si ese a quien dedico mi sufragio lo merece o es sólo apariencia? Al depositar el voto en la urna, como al dar el primer beso, se decide algo: felicidad o tristeza, pena o logro. ¿Me dejé llevar por la semblanza y lo banal, o profundicé el conocimiento? ¿Qué es más valioso, el maquillaje o el ser? ¿La bandera o el mensaje? Mi candidato, ¿respalda con hechos sus palabras...?

Llegamos, pues, al día del juicio y en relativos momentos sabremos qué tipo de personas gobernarán la nación en próximos años. Ya ha habido suficiente exposición, debe acabar: los partidos pequeños tienen escasa posibilidad de triunfar y sin embargo podemos dotarles algunos diputados. En la arena de los grandes es obvia la fuerte división tradicional pero mayormente ideológica: liberales y nacionalistas ofrecen proseguir con las mismas prácticas erradas de sus predecesores pues ninguno de ellos ha rechazado expresamente las Zede, el “tasón” secreto, los dañinos fideicomisos y la manipulación de divisas, entre otros, que cede su manejo a los grandes capitales.

Libre escogió un planteamiento agresivo en que oferta cambios densos, particularmente en la armazón distributiva de la riqueza, que en Latinoamérica es muy desigual. Tarea inmensa y de dudoso éxito si lo adversa un congreso enemigo, como acontece hoy. Promete continuar la obra física y estructural de esta administración pero fue en exceso prudente con temas como su relación con los jóvenes, la clase media, la generación de empleo y la corrupción, contra la que carece de antisistema conocido.

La derecha bipartidista acaba de cometer terribles errores al aliarse en Washington con senadores ultras a quienes, por afán electorero, es indiferente dañar a Honduras. Hace un mes sugirieron boicotear la extensión del Estatus de Protección Temporal (TPS) a fin de obstaculizar los propósitos de la presidencia local y ahora proponen boicotear las elecciones por un supuesto intento de fraude, para el que no hay prueba alguna. Obvio que la conserva hondureña es capaz de inventar cualquier pretexto para anclarse al poder.

Más grave, no hay propuestas serias y la campaña fue lluvia de insultos, identificando así la baja calidad humana y argumental de la mayoría de nuestros políticos. Operaron a destajo los centros de mentira y difamación, se corrió falsos rumores y se generó incertidumbre, como la revelada estrategia de la comisionada del CNE requería. Lo que devela que vamos aún en la etapa infantil de la congruencia política, que no hay madurez y que el pueblo mismo se acobarda ante los fantasiosos y faranduleros, consintiendo el irrespeto.

El acaudalado sufraga por sus intereses, mientras que el pobre resiste contra quien lo explota o fragmenta la soberanía, que es la casa de todos. El conservador refuerza el statu quo; el progresista reclama más avances. Porque el voto es, ineludiblemente, la histórica declaración de clase de cada cual de nosotros.

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