“El 18 de junio de 1919” narra el historiador Néstor Enrique Alvarado “se estremeció Tegucigalpa con la noticia de que el doctor Manuel Trejo Castillo, miembro de distinguida familia, había muerto en Santa Ana, El Salvador, víctima de atentado terrorista. El asesino le envió una encomienda con cuido empacada, por cumpleaños. En su cama la víctima abrió el paquete y produjo terrible explosión; era una bomba con cartuchos de dinamita. Su hermano Alfredo era subsecretario de Guerra y Marina en el gabinete del Doctor Francisco Bertrand”.Para entonces -sin radio ni televisión- Tegucigalpa asistía a los conciertos clásicos interpretados por la Banda de los Supremos Poderes dirigida por Manuel Adalid y Gamero. La guerra europea estaba en el ocaso, de lo que informaba El Cronista, diario de Paulino Valladares. En la sala teatral Manuel Bonilla exhibíase funciones escénicas, mientras que en Sala Morazán y Cine Variedades se exponía películas notables del momento, dígase “El conde de Montecristo”, “Los miserables”, Maciste... Se construía la casa presidencial, cuyo designado, Alberto Membreño, fue padrino de boda entre el ministro (embajador) de Estados Unidos, Thomas Sambola Jones y Julia Durón, hija del historiador don Rómulo E. Durón.Venían las elecciones generales de octubre y el presidente Bertrand (nacionalista) coqueteaba con varios candidatos, a quienes daba aliento y luego apartaba, entre los más destacados Membreño mismo y Rafael López Gutiérrez, del Partido Constitucionalista Democrático (Liberal), para luego adoptar una decisión asombrosa: imponer cual sucesor a su concuño Nazario Soriano, a favor del cual emprendió, aprovechando el estado de sitio vigente por la guerra, una ruda campaña que reprimía a sus contrarios con arrestos, persecución y atropello. Lo cuenta exquisitamente Néstor E. Alvarado en el extraordinario libro “La revolución de 1919” (Tegucigalpa, 1966; copia en Biblioteca BCH).Como consecuencia la guerra civil estalló desde La Esperanza el 26 de julio y se extendió pavorosamente por el país habiendo ocurrido enfrentamientos y batallas sangrientas, con diversidad de armas y poderes, entre el ejército gobiernista y revolucionarios en occidente, sur y norte de Honduras, escenarios donde brillaron los más diestros guerrilleros y demócratas de la época, entre ellos Gregorio Ferrera y Vicente Tosta, este con formación militar académica. Imposible reseñar tal larga gesta, sólo acabada en septiembre del mismo año, tras mil audacias, atrevimientos, traiciones, heroísmo, un pueblo dividido entre el respeto a la Constitución y el capricho de un mandatario.La pelea por San Pedro Sula duró casi un mes cuando tras ocupar La Cumbre es Tosta derrotado y baja la montaña. Pero opuesto al vencido que huye, arenga más bien a sus hombres y los insta a dar vuelta y contratacar, preciso cuando el enemigo celebraba la victoria y se emborrachaba. Igual ocurrió en otras instancias territoriales.Bertrand es finalmente humillado por el ministro gringo Sambolá, quien lo fuerza a renunciar y desaparece del tablado de la historia, como sucede a otros de hoy que, aunque fueran buenos funcionarios, sucumben a la soberbia y la prepotencia. Brillante lección humana.
1919
Venían las elecciones generales de octubre y el presidente Bertrand (nacionalista) coqueteaba con varios candidatos, a quienes daba aliento y luego apartaba”
- Actualizado: 30 de junio de 2025 a las 00:00
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